Quedamos en el parque junto al volcán. Era
una tarde aparentemente apacible, calmada, aletargada, liviana, cálida, seca, clemente,
sosegada, hasta hirsuta. La pasividad de la gente en la plaza te daba chance de
pensar en varias palabras para describir el estado de aquella colonia,
Libertad. El pueblo se preparaba para las elecciones y vivía con cierta desconfianza
la costumbre vespertina de las lluvias que, pese a ser ya casi junio, no
llegaban.