lunes, 11 de marzo de 2019

El Paso


Con Paul Guillén, Margarita Vargas y Mario Calderón
en la UTEP (foto de Giancarlo Huapaya)
Acabo de llegar del otro lado, y no me refiero a una de esas abducciones tan comunes cerca del Popo. Hablo de El Paso, donde estuve por el XXIV Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea. Allí hablé de “Influjos políticos en la experimentalidad de la poesía mexicana”; tema que estoy trabajando en Puebla.
Un edificio de Puebla, Av. Reforma
            El lunes, entre clase y clase, me acerqué a Profética, librería que no para de programar lecturas, presentaciones y encuentros en torno al mezcal Carros de fuego. No tenían el Archivo Negro de la Poesía Mexicana, pero sí cinco ejemplares de México. Ciudad que es un país, cuyo autor, Vicente Quirarte, lo presentará el martes 19 de marzo. Junto al mostrador, por una de esas energías irracionales que te provoca México, vi la revista Texto Crítico de la Universidad Veracruzana, donde participo a propósito de Quirarte y la relación que existe entre la poesía y la academia. 50 pesos le vale (unos dos euros y pico).
            En el Seminario de Posgrado vimos la poesía experimental desde Octavio Paz y Jesús Arellano a Rocío Cerón o Mónica Leyva, pasando por Raúl Renán o Ulises Carrión. La academia permite registrar prácticas que desde lo visual, por ejemplo, resultan efímeras y limitadas si no es por trabajos como La poesía visual en México que compila Samuel Gordon.
La aglomeración de autos en el puente de Santa Fe
entre Ciudad Juárez y El Paso
            Me parece que Estados Unidos es ineficiente por dos sinrazones: la frontera y la comida. Quizá una tenga que ver con la otra. Esta broma no me hizo ninguna gracia cuando llegué a Ciudad Juárez en Vivaerobus, tomé el autobús de transborde y me detuvieron en la aduana durante más de tres horas. Allí había unas cuarenta personas, con sus familias, peques que inexplicablemente aguantaban de manera estoica… para solo un oficial prepotente que con gafas de sol parecía marcar el muro que ya se está construyendo. Es una vergüenza. Te exigen sumisión mientras ellos comentan el partido del otro día, preguntan intimidades que no creo que vengan al caso y te van pasando de ventanilla, todas vacías. El permiso que lleves, la carta de la universidad, los boletos de ida y de regreso… no son suficientes para los turnos que te van dando. La gente trata a estos chicanos con una reverencia que no merecen (¿por qué será?), al menos el que estaba el jueves en el famoso puente de Santa Fe. Yo tuve suerte si pienso en la gente que aún se quedaba allí a la espera del visto bueno para pasar a EUA. En la calle, tanto en Ciudad Juárez como en El Paso, la gente es amabilísima. Tristemente se le asocia enseguida con el crimen.
Sara Uribe en el XXIV Congreso de Literatura Mexicana
Contemporánea
            The University of Texas at El Paso se encuentra muy cerca del centro. Ambos núcleos, de las ciudades mexicana y estadounidense, casi se tocan. La organización del Congreso de Literatura Mexicana Contemporánea es excelente. Recomiendan con razón el hotel Hilton Garden Inn que está en el mismo campus en University Ave. No es barato, pero bien lo merece. Al ser una hora menos que en la ciudad de México, llegas a tiempo a la lectura de Sara Uribe. El grupo de teatro de la UTEP representa Antígona González por primera vez en inglés.
El Paso
            La tarifa del congreso incluye el desayuno, de lo mejor para comer: bacon, huevos revueltos, patatas fritas, donuts, zumo de naranja, de tomate… y rica crema de cacahuate. En la misma universidad hay restaurantes, pero recomiendan Tacotote o The Tap, ya por la noche, un lugar mítico de la esencia texana. El tema de esta vigésimo cuarta edición es la política, a propósito del cincuentenario del 68. A este hito, desde las polémicas de Octavio Paz, le dedica Maarten van Delden la conferencia magistral. De su universidad, de Los Ángeles, llega un grupo que se dedica a Blanco, el poema experimental del 67, o a Cajas, de Rosario Loperena. Además, llegan compis de Puebla, conozco a Gabriela Aguilar, conterráneos que trabajan en EUA y colegas mexicanistas de quienes se aprende aún más de cerca. Me quedo con el trabajo de Alberto Ribas-Casasayas sobre El hombre dinero, de Mario Bellatin. Modera la sesión David Cruz. La otra persona no ha llegado, por lo que Alberto es el único que expone. En el turno de preguntas, David le acerca el teléfono, lo pone en manos libres. Es Mario, se conocen y debió de decirle que “había un güey que no sabía qué decía de su obra” (son palabras del propio Alberto). Allí se juntan tres sentidos del humor no exentos de seriedad para entender la relación entre la literatura y la crematística, en este caso desde la figura masculina. Varias mesas se estudian desde la perspectiva de género, como la de Claudia Sorais Castañeda, Yolanda Segura y Liliana Pedroza. El debate es lo mejor. Hay que ir a El Paso y moverse por calles desangeladas, grises y apagadas con el contraste de Juárez. Entrevistamos a Sara Uribe y Yolanda Segura para Bitácora de vuelos.
Me voy encantado, si no fuera por la borde® police. El buen rollo y el rigor de la mayoría de las ponencias sorprende tanto como la gente que asiste a los cómodos salones y agota el tiempo para comentarios, preguntas. Lo que no acaba de engancharme tanto es el hecho de leer fijamente el texto. Creo que como docentes deberíamos de intentar transmitir más, mirar a los ojos. Cada persona ya tendrá tiempo o no para leer el trabajo que, por ejemplo, puede proponerse para la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea.
Cerca de Juárez
            Llevaba tiempo queriendo participar en este encuentro que dirigen magistralmente Luis Arturo Ramos, Sara Potter y un nutrido y cercano grupo. Me marcho feliz; sin embargo, esta energía casi se me acaba en las doce horas de regreso. Tardo más que si volviera a España. Hay que tomar el autobús de la UTEP a Santa Fe. Allí está la central que te lleva al aeropuerto de Ciudad Juárez por 13 dólares. Te avisan de que a México, como luego compruebas, no va casi nadie; ni siquiera hay que pasar por migración. Conviene, eso sí, entregar el permiso en la terrible caseta estadounidense donde te atendieron. No vaya a ser que en un futuro arrastres esa penalización. Cambian la hora y el tiempo no es tan acolchado como prevés. Ahora es el mismo huso que en la capital mexicana. René, el conductor de simpatiquísimo acento norteño, es infatigable. Logra pasar con buen ánimo todos los controles y ya en el avión te encuentras con una escena de esas que marcan la verdadera distancia entre México y EUA. Una aeromoza está luchando contra las turbulencias rotulador en mano. Estira e hinca uno de esos guantes blancos de látex. Lo ata de la muñeca y le dibuja una cara tan sonriente, con su naricita y su boca. Se acerca sin chocar con los vaivenes y se lo deja a una bebé que parecía llorar por hambre o mareo. Su cara sonríe aún más..
Hoy participo en la sesión “Tardes de Té con un investigador” que organizan Nancy y Guadalupe, junto al equipo de la Facultad de Filosofía y Letras, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Hablaré de mi experiencia para jóvenes que quieran dedicarse a investigar o, al menos, licenciarse disfrutando de este proceso plural. Será a las 12 h. en el Auditorio Elena Garro. Esta es la presentación.


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