lunes, 5 de junio de 2017

Retorno

Con Mariana y Jocelyn en el Colsan.
Estuvimos juntos en Valencia hace meses.
La semana pasada regresé de México; el país que me motivó, entre otras cosas, a crear este blog. Dos años después vuelvo a actualizar dicho espacio con una breve crónica que continúa lo que empecé en 2011. Intentaré expresar las sensaciones que me despiertan su gente y su tierra.

Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas
            El 19 de diciembre de 2011 tenía que regresar a España tras un semestre en la UNAM, gracias a la Beca Iberoamericana Fórmula Santander. Un día antes, el domingo 18, me despedí de la ciudad de México. Me acerqué al centro, llegué al Zócalo y crucé Madero hasta el Palacio de Bellas Artes. Faltaba poco para el mediodía. Estaba ante el colosal edificio (pensaba que por última vez) cuando me dieron uno de esos papeles que anuncian algo y que no sabes dónde tirarlo por la falta de cubos de basura. Homenajeaban a Fernando Benítez. El acto iba a empezar enseguida. Me da a mí que temían que no se llenara y que por eso pedían a los paseantes que entraran. El cartel era atractivo: José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, Carlos Slim, Vicente Rojo, Fernando Canales y Vicente Quirarte. Al último de los participantes no lo conocía.

            Me costó olvidarme de México. Aún no lo he hecho. Llegué a España, terminé la licenciatura y hablé con Carmen Alemany. Ella me animó a pedir la beca y ahora le pedía yo trabajar la maestría. Quirarte fue el tema. Aún lo es. En 2015 pasé tres meses leyéndolo in situ. A finales de mayo se celebró el V Coloquio de Poesía Mexicana Contemporánea que organizó el Seminario de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea en el Colegio de San Luis. Era una buena manera de presentar el proyecto que pensamos defender próximamente y que se debe a Alemany, a Quirarte y a once profesores-estudiantes, once amigos, que se desviven por la lectura conjunta: Jorge Aguilera, Diego Alcázar, Diana del Ángel, Alejandra Batiza, Eva Castañeda, Alejandro Higashi, Manuel Iris, Jocelyn Martínez, Mariana Ortiz, Alejandro Palma, Israel Ramírez. ¡Gracias!
            Como no quiero que esto sea demasiado personal, una vez justificadas las motivaciones pasaré a describir los lugares y las historias que encontré hace unos días, siguiendo el formato de las ediciones anteriores, con el objetivo de que más estudiantes se animen a venir.
            Si las dos veces anteriores tuve que hacer escala en Bruselas, Washington y Los Ángeles o Ámsterdam, ahora iba directo desde Iberia. El viaje redondo salió por unos setecientos euros. Llegué bien temprano al mar de luces que nos acoge y nos devora, así que me acerqué a la Casa del Poeta Ramón López Velarde (que cumple veinticinco años), en Álvaro Obregón, cerca de Insurgentes. Era uno de los rincones habituales, donde disfrutaba de las actividades que organiza Hernán Bravo Varela. Esta vez me quedaba pendiente la casa, a la vuelta, en el segundo piso. El escritorio del jerezano, uno de los primeros que contó con luz eléctrica en la ciudad; su cama, con las ampollas que trataban de sanarlo; el armario que da a un misterio valleinclanesco; la suave patria del pasillo a la biblioteca. La chica que muestra el museo (Nuria, creo recordar que se llama) te traslada a la época en que el postmodernista, pese a su temprana muerte, se convirtió en el poeta de México. El poeta oriolano, Miguel Hernández, es otro de los temas que nos rondan durante la breve estancia. Queremos saber la importancia que tiene en la poesía mexicana contemporánea. Hacemos una encuesta en la biblioteca, en la calle, en el transporte... Pocos lo conocen más que por Serrat y su vínculo taurino.
Habitación de Ramón López Velarde
Claustro sor Juana Inés de la Cruz

Entre estas calles vivimos mis padres y yo
La mezcalería Mil Amores, frente al Hotel Roosevelt
Madero, en fin de semana. El Museo del Estanquillo a un lado, al otro el Zócalo.

Museo de El Carmen

¿Minificción? Cerca del metro Insurgentes.
            Si sales del metro Isabel la Católica, en frente, a la derecha, das con el Claustro sor Juana Inés de la Cruz. En esta universidad reposan los restos de la primera poeta de México (y de América). Exposiciones de pintura o representaciones teatrales llenan de sempiterno murmullo el felino conocimiento. Uno se contagia por lo que ve y oye y recuerda. En esta ciudad pasan cosas raras, que sorprenden gratamente, que gustan, pero que no se explican. Oigo a unos mariachis cerca de la Plaza Rio de Janeiro. Me meto en lo que enseguida sé que es una Prepa. Pido permiso para hablar con la maestra. La hermana Tere me acompaña a un cubículo que me recuerda a una antigua clínica de fisioterapia. Igual la asociación me viene cuando la veo gesticular. Es la pasión en persona. Le pregunto por Miguel Hernández, “me gustaría hacer una encuesta para la Universidad de Alicante por el Congreso que lo homenajea a los 75 años de su muerte”. Me responde que allá no saben quién es Miguel Hidalgo, así que Hernández... Es forofa del Madrid. Lo del PSG le pareció un robo. Yo no creo, pero le agradezco todo el cariño y le dejo cien copias de las ocho preguntas sobre el poeta.
La parte trasera de las hormigas está riquísima
            Movido por las ganas de ver a María, Armando y la familia de amigos, comemos juntos en su casa, enorme, preciosa. El ambiente me recuerda a la etapa de la Gaseosa, donde vivía María. Es de Madrid y nos conocimos en 2011, en la Facultad de Filosofía y Letras. Ahora nos volvemos a encontrar por el doctorado. Trabaja a Ibargüengoitia. Las frases cortas, quebradas, surgen al recordar los movimientos en tan caótica ciudad. Los movimientos son repentinos, inconstantes, siempre frenéticos y contradictorios. Hay taxistas que deben devolver el carro antes de que lo apaguen por “el sistema” y otros que preguntan por las españolas, seguidores de Bruno y María; o que estuvieron a punto de casarse con la hija de su amante dominicana en Nueva York, donde viven varias décadas desde la adolescencia a la madurez. En la Zona rosa también están en obras. Las elecciones se acercan. Cavan donde menos hace falta, aunque es cierto que noto el tránsito más fluido, más cómodo.
            El maestro Arenas es la bondad y la fuerza. Me enseña el Museo de El Carmen, cerca del metrobús La Bombilla. Tres cúpulas hacen resonar la voz del fondo. En el Teatro Santa Catarina vemos La historia de Zahhak y Fereydún con Kaveh Parmas, gracias a Shekoufeh, doctora por la Universidad de Alicante, con Ángel Herrero. Hablamos de su poesía también en el Café Avellaneda. Días después, por un paso de ¿peatones?, me encuentro a un chico con una playera de la UA.
            Las clases de inglés y francés en la UNAM, el intercambio, el Coloquio de Historia y Literatura de la UAM y el Colmex, la casera que me ayuda a conseguir los libros de la UNAM, cerca del Jardín Centenario; mi querido Conrado, ya mexicano; los compañeros de doctorado; la Mil Amores, el alacrán, el comedor Lucerna, La Lechuza de Quevedo, el jugo de zanahoria, la Feria de las Culturas amigas del Zócalo... me hacen sonreír una vez más desde España por México.
Desayunamos en La posada del virrey. Sesión del SIPMC
El cielo al salir del Colsan
            En el carro a San Luis escuchamos buena música, conozco a gente que tenía ganas de abrazar y me atrae la forma que tienen aquí de trabajar y dialogar. La historia de Gloria Trevi aún me quita el sueño. Las enchiladas potosinas, la tumba de Othón, la paz del desierto, el granizo que electrifica como un verso a mitad del mezcal. El baile que se intenta aprender, la cara que no se olvida, el cuerpo que no se deja. México es un sonido que no logro comprender. Y qué bueno que así sea. Tocará regresar.

Veo [...]
en cada vagón de metro
en el sanitario de damas
frente a la ventana de mi cuarto
te veo.
Veo [...]
porque ya olvidé la cara de
[...].
“¡Permítame tantito”!
“Todo bien”
hasta que me fui
y tú te quedaste
con ella dentro
tan callada
lejos
muda
pero sin perder la sonrisa.

            En el aeropuerto, ya para regresar (espero que solo temporalmente) me pregunto por el trabajo que de nuevo me llevó hasta allá. Agradezco mentalmente a cada persona que me hace feliz. Entiendo la importancia de la poesía mexicana contemporánea. Brindo por la magia. Y en eso, llaman por la megafonía a “Clyo Mendoza”. Tiene que presentarse rápidamente a una puerta que no alcanzo a oír.


San Luis Potosí es una maravilla.


Siempre he pasado por este departamento en México, el Altillo.

Reforma deja paso a los ciclistas en domingo.
Al fondo el ángel (que es Victoria) de la independencia.

Joaquín Sabina lo niega todo en el Auditorio Nacional,
con dos de las personas más importantes para mí: Ernesto y Mike
            Además de todas las personas que aparecen en estas líneas, me enamoré de Natalia Lafourcade. Gracias, Jorge, por compartir su último disco. Me hubiera gustado poner la canción al principio, para leer con ella, como escribo; pero el ritmo del inicio nos mete de lleno en esta fiesta que es la vida.



            En El cuaderno de Aníbal Egea, Vicente Quirarte brinda con tres movimientos: separación, iniciación y retorno. Tales rites de passage de Arnold van Gennep nos llevan a la conclusión de que cualquier viaje se estructura así: desligándonos del espacio, iniciando un nuevo tiempo y retornando al punto de origen, que es nuevo porque ha o hemos cambiado.

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