lunes, 22 de abril de 2019

Cuba

La Habana Vieja

Por las vacaciones de Semana santa fui a Cuba con Karla. Visitamos La Habana y Varadero. Fueron días intensos en la calma caribeña de una isla, la del Caimán, que cuenta en sus calles, en sus acentos y en sus sabores con parte de la historia reciente de la felicidad.

            Esa es la conclusión a la que llego al final del viaje: Cuba, pese a todo, es feliz. Todo tiene que ver con la visión que heredamos de ella. Entendí la expresión “corralito” cuando las casas quedaban obligadas a criar y cultivar lo que sirviera de alimento. No puede llamarse granja porque matar a una vaca está penado. La cárcel resuena en cada una de las historias que entre broma y verbalización del dolor te comparten sus gentes, en un tiempo llamadas masa.
            Me acabó preocupando antes de tomar el avión. Resulta que el viaje fue posible gracias a Gabriela. Por ella, a Silvia; de ahí a Alberto, a Kike y a Mauricio. Una familia que entre México y La Habana me permitieron llegar al destino que desde 2011 estaba en mis planes. Kike ya lleva tiempo en México, al igual que la poeta Odette Alonso. A ello, a salir de la isla, movió en los noventa la fuerte crisis que deja patente el documental Cuba libre de Netflix. El hijo de Kike, Mauricio, está todavía en Cuba y su papá nos dio una bolsa enorme de medicinas; pues apenas hay farmacias. Los medicamentos no llegan. Patri, nuestra guía Civitatis en La Habana, nos explica la ruptura de relaciones que existía con China, principal exportadora de este tipo de productos, pendiente todavía de cobrar una importante deuda.
Varadero
            Pensaba que Aeroméxico era una compañía seria. No la volveré a contratar en la vida, especialmente por el viaje de vuelta. Desde la terminal 2 del Aeropuerto Benito Juárez sacamos la visa obligatoria. El papelito cuesta unos 350 pesos (unos 17 euros) y de buena tinta sabemos que el más mínimo error al rellenar alguno de los datos obliga a comprar otra. No es necesario contratar seguro médico, aunque tal como estaban las cosas conviene hacerlo: por ejemplo, a cada mujer mensualmente le corresponden no más de diez compresas (también llamadas toallitas).
Vacaciones
            Contra todo pronóstico, funciona Airbnb. Roberto nos renta un departamento precioso junto al Malecón, entre Casa de las Américas (que cumple sesenta años) y la Embajada de Estados Unidos (que se abrió de nuevo en 2015; “no es posible pararse ahí, caminen”, dice un oficial cubano que da la impresión de saberse todas las estrellas). A través del mismo Roberto, Juan Carlos nos espera con su taxi en el aeropuerto. El cartel omite el segundo apellido y descansa bajo el sobaco; sin embargo, aun así, lo vemos. Nos platica con plena confianza, feliz de que estemos felices en su país. Habla con la admiración y el orgullo por su tierra y sus costumbres que caracterizan a cualquiera manos al volante de un cocotaxi, un descapotable de los años cincuenta o un colectivo. “Hay que ser mago para coger una guagua”, dice Giovani; el taxista de la casa. Juan Carlos es franco cuando le pedimos que nos lleve al día siguiente a la nueva central de Víazul (única compañía que ofrece el servicio público a Varadero, cuya sede ya no está junto al Zoológico sino en la terminal de Ómnibus nacionales): yo lo haría con gusto, pero el chofer de la casa es otro. Le marco. Si no puede, les llevo. Sí puede, incluso a las siete de la mañana. Puntual nos espera en la esquina de una casa que parece otra de día. Nunca la luz dijo tanto. “La puntualidad es básica para el transporte”. Sorprende viniendo de México, de donde seguimos respetando la hora menos respecto a la perla del Caribe. Tardaremos en darnos cuenta de la tecnología sin internet (se recomienda descargar el mapa offline de Cuba), con CUCs que prácticamente son dólares estadounidenses y servicios mínimos que chocan calurosamente. La estética de la pobreza está en auge.
Con Karla en el Malecón
            De La Habana tarda Víazul casi tres horas en llegar a Varadero. Los boletos que ofrece la página de internet ya estaban agotados desde hacía meses. Según la propia compañía, la mayor parte de los pasajes se ofrecen en ventanilla, personalmente. Mauricio, entonces, nos hace el enorme favor de acercarse cuatro días antes a por ellos. Cuesta 10 CUCs (unos 200 pesos mexicanos, 10 euros: aceptan estos últimos, también los dólares, moneda a la cual gravan un impuesto). El camión sale a las 8. A las 7:30 ya está todo el mundo sentado y calmado (esto último suele ser así: menos cuando el cubano se enoja, eso sí es preocupante). La larga lista de espera pacientemente camina frente a un sol lúcido y punzante.
Atardece en el Caribe
            Es bellísima la playa: harina blanca y azules verdosos sin sargazo. Los tonos, al cabo, del mojito; bien cargado en una de los hoteles. Suelen ser privadas las costas y es la primera que vemos al caminar cuatro cuadras desde la terminal, después de pasar por Santa Cruz del norte, Matanzas y una larga y recta hilera de salvajes cultivos por los que planean aguiluchas gaviotas. Mejor que el famoso Varadero son los Cayos o la playa de Santa María, que Jocelyn recomienda, a media horita de la capital, con los mejores atardeceres.
            En nuestro caso el ocaso no se casa con nadie. Rostros anónimos se fijan en el mar. La pesca. El silencio del Malecón que logra la sal saltando aterra. Pero es gustosa la ida desde la 23 al Paseo del Prado, que ahí deja el monumento a los fusilamientos de Medicina para subir hasta el Capitolio, unos centímetros mayor de su réplica en Washington. Con Al Capone y la mafia varios edificios y hoteles se construyeron con los mejores materiales (pongamos por caso el mármol de Carrara). Tras la Revolución, en el 59, pasaron a ser parte del Estado.
En el Paladar Torresson: malanga y ropa vieja
            Cenamos en el “Restaurante – Paladar Torresson”. Comida criolla, ecológica e internacional: tal como viene en la tarjeta que deja de acompañar a los 30 CUCs. Nos parece uno de los mejores lugares del Malecón. Probamos la ropa vieja (carne de res deshebrada del guisado) y pargo (pescado fresco del día, también llamado merluza). Se trata de una casa típicamente cubana con sus dos alturas y su patio entre techos altos y generosos muros que solo amagan con caerse. La familia hace su vida a un lado y, sin necesidad de dejar más que entornada la puerta o las impetuosamente frescas ventanas, al otro comemos desconocidos que dejamos de serlo enseguida. Dos cervezas se mueven en Cuba: la primera (rubia) más que la segunda (oscura): Cristal y Bucanero.
Desde el dormitorio del departamento
            Francis hace de casera y nos visita. Nos habla de la Bienal que se está celebrando este mes en La Habana. Vamos a Casa de las Américas (la están fumigando, a pocos días de que actúe Silvio Rodríguez: “cada mes ofrece un concierto al público cubano”), a la Fundación Alejo Carpentier (pasando el Hotel Presidente, principal foco de internet junto al Malecón; entre las mecedoras conozco a Rafael gracias a Arantxa), al Museo Nacional de Bellas Artes (que nos sorprende por el dinamismo de sus muestras sonoras y visuales) y el Museo de la Revolución (que nos defrauda: quizá porque, como buena parte de La Habana, está en remodelación).
            Ese parece ser el deseo de la sociedad, del nuevo ser humano para el Che (omnipresente; no como Fidel, que dijo evitar bustos y glorietas): avanzar paulatinamente. Las cartillas de racionamiento son el pan de cada día. Es fácil hacerse con un kilo de arroz y otro de boniato o mangala. En la variedad está el error. Se falla al buscar otra compañía de autobuses, otra marca de agua, otra manera de seguir la información. Todo el mundo tiene su casa; en ruinas, por supuesto, ¿quién la va a arreglar con el sueldo mínimo que no pasa de 30 CUCs? En Cuba se trabaja en CUP (unos veinte CUC) para llegar a la moneda de los turistas: medida de urgencia que aceptó en su día Fidel ante la crisis que ahogaba a la isla. La economía sumergida saca a flote miles de familias que no dejan de sudar.
Casa de Lezama Lima: "sólo lo difícil es estimulante"
            Entre España y México Federico García Lorca es homenajeado en el Centro andaluz de La Habana. Ofrecen un menú por 8 CUCs que incluye entrante, plato principal, postre y bebida. La bandera de Andalucía se mueve por las ondas del flamenco en el tablao. Sincretismo de culturas junto a un camarero que acosa, de momento, con la vista.
            Raúl Castro dijo dejar de estar al mando en 2018. Quién sabe quién dirige esto, dicen. No merece la pena entrar a la Bodeguita del medio o a la Floridita, donde Hemingway bebería las redes de El viejo y el mar. Mejor acérquense a la Fábrica de Arte Cubano, principal ambiente nocturno. Abren de jueves a domingo de 8 pm a 3 am. Varias salas y plantas serpentean una antigua estructura cuya chimenea se junta con la luna llena y semejan magia, reivindicación del cuerpo, parodia militar, apertura sensorial, surrealismo, negritud, salsa o todas las artes que pueden imaginarse en un espacio que ganaría mucho más con la presencia de las y los propios cubanos, en lugar de un reducido enclave turístico. La entrada son 2 CUCs.
            En el aeropuerto José Martí no hay gente. Las cafeterías están “armando el producto, miamol” desde hace horas. Nadie de Aeroméxico da una respuesta para el vuelo que lleva 120 minutos sin salir. Los pasajeros van perdiendo la calma y reclaman a un ojeroso operario: “¡así están en Cuba!”. La única explicación es que se ha caído el sistema. No hay internet. No es posible hacer la facturación. En papeles apuntan nuestro nombre y unos números que no se acaban respetando. “¡Esto no es una guagua!”. “Híjole, mamá, cálmate”, le contesta con pena. “Estoy tratando de resolver esto…”.
Recuerdo el día en que supe a qué me quería dedicar: era una mañana aciaga para mi maestra y, pese a todo, cantaba a José Martí. Una década después lo siento in situ. Carmen es poema.


Capitolio, junto al Teatro Alicia Alonso, Prima Ballerina

Uno de los mercados, pesa el tiempo

Plaza de la Revolución, con Camilo Cienfuegos

De ello, de poesía, hablaremos esta semana en la BUAP: en la “Jornada del Seminario de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea en su décimo aniversario”. Lo presentamos con Alejandro Palma hoy a las 13 h. en Radio BUAP. Se puede ver en este enlace.



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