La Habana Vieja |
Por las vacaciones
de Semana santa fui a Cuba con Karla. Visitamos La Habana y Varadero. Fueron
días intensos en la calma caribeña de una isla, la del Caimán, que cuenta en
sus calles, en sus acentos y en sus sabores con parte de la historia reciente
de la felicidad.
Esa es la conclusión a la que llego
al final del viaje: Cuba, pese a todo, es feliz. Todo tiene que ver con la
visión que heredamos de ella. Entendí la expresión “corralito” cuando las
casas quedaban obligadas a criar y cultivar lo que sirviera de alimento. No
puede llamarse granja porque matar a una vaca está penado. La cárcel resuena en
cada una de las historias que entre broma y verbalización del dolor te
comparten sus gentes, en un tiempo llamadas masa.
Me acabó preocupando antes de
tomar el avión. Resulta que el viaje fue posible gracias a Gabriela. Por ella,
a Silvia; de ahí a Alberto, a Kike y a Mauricio. Una familia que entre México y
La Habana me permitieron llegar al destino que desde 2011 estaba en mis planes.
Kike ya lleva tiempo en México, al igual que la poeta Odette Alonso. A ello, a salir
de la isla, movió en los noventa la fuerte crisis que deja patente el documental
Cuba libre de Netflix.
El hijo de Kike, Mauricio, está todavía en Cuba y su papá nos dio una bolsa enorme
de medicinas; pues apenas hay farmacias. Los medicamentos no llegan. Patri,
nuestra guía Civitatis en La Habana,
nos explica la ruptura de relaciones que existía con China, principal
exportadora de este tipo de productos, pendiente todavía de cobrar una
importante deuda.
Varadero |
Pensaba que Aeroméxico era una compañía
seria. No la volveré a contratar en la vida, especialmente por el viaje de
vuelta. Desde la terminal 2 del Aeropuerto Benito Juárez sacamos la visa obligatoria.
El papelito cuesta unos 350 pesos (unos 17 euros) y de buena tinta sabemos que el
más mínimo error al rellenar alguno de los datos obliga a comprar otra. No es necesario contratar
seguro médico, aunque tal como estaban las cosas conviene hacerlo: por ejemplo, a cada mujer
mensualmente le corresponden no más de diez compresas (también llamadas
toallitas).
Vacaciones |
Contra todo pronóstico, funciona
Airbnb. Roberto nos renta un departamento precioso junto al Malecón, entre Casa
de las Américas (que cumple sesenta años) y la Embajada de Estados Unidos (que
se abrió de nuevo en 2015; “no es posible pararse ahí, caminen”, dice un oficial
cubano que da la impresión de saberse todas las estrellas). A través del mismo
Roberto, Juan Carlos nos espera con su taxi en el aeropuerto. El cartel omite
el segundo apellido y descansa bajo el sobaco; sin embargo, aun así, lo vemos.
Nos platica con plena confianza, feliz de que estemos felices en su país. Habla
con la admiración y el orgullo por su tierra y sus costumbres que caracterizan
a cualquiera manos al volante de un cocotaxi, un descapotable de los años
cincuenta o un colectivo. “Hay que ser mago para coger una guagua”, dice Giovani;
el taxista de la casa. Juan Carlos es franco cuando le pedimos que nos lleve al
día siguiente a la nueva central de Víazul
(única compañía que ofrece el servicio público a Varadero, cuya sede ya no está
junto al Zoológico sino en la terminal de Ómnibus nacionales): yo lo haría con
gusto, pero el chofer de la casa es otro. Le marco. Si no puede, les llevo. Sí
puede, incluso a las siete de la mañana. Puntual nos espera en la esquina de
una casa que parece otra de día. Nunca la luz dijo tanto. “La puntualidad es básica
para el transporte”. Sorprende viniendo de México, de donde seguimos respetando
la hora menos respecto a la perla del Caribe. Tardaremos en darnos cuenta de la
tecnología sin internet (se recomienda descargar el mapa offline de Cuba), con CUCs que prácticamente son dólares estadounidenses
y servicios mínimos que chocan calurosamente. La estética de la pobreza está en
auge.
Con Karla en el Malecón |
De La Habana tarda Víazul casi tres
horas en llegar a Varadero. Los boletos que ofrece la página de internet ya
estaban agotados desde hacía meses. Según la propia compañía, la mayor parte de
los pasajes se ofrecen en ventanilla, personalmente. Mauricio, entonces, nos
hace el enorme favor de acercarse cuatro días antes a por ellos. Cuesta 10 CUCs
(unos 200 pesos mexicanos, 10 euros: aceptan estos últimos, también los dólares,
moneda a la cual gravan un impuesto). El camión sale a las 8. A las 7:30 ya
está todo el mundo sentado y calmado (esto último suele ser así: menos cuando
el cubano se enoja, eso sí es preocupante). La larga lista de espera
pacientemente camina frente a un sol lúcido y punzante.
Atardece en el Caribe |
Es bellísima la playa: harina blanca
y azules verdosos sin sargazo. Los tonos, al cabo, del mojito; bien cargado en
una de los hoteles. Suelen ser privadas las costas y es la primera que vemos al
caminar cuatro cuadras desde la terminal, después de pasar por Santa Cruz del
norte, Matanzas y una larga y recta hilera de salvajes cultivos por los que
planean aguiluchas gaviotas. Mejor que el famoso Varadero son los Cayos o la
playa de Santa María, que Jocelyn recomienda, a media horita de la capital, con
los mejores atardeceres.
En nuestro caso el ocaso no se casa
con nadie. Rostros anónimos se fijan en el mar. La pesca. El silencio del Malecón que logra la sal saltando aterra. Pero es gustosa la ida desde la 23 al
Paseo del Prado, que ahí deja el monumento a los fusilamientos de Medicina para
subir hasta el Capitolio, unos centímetros mayor de su réplica en Washington.
Con Al Capone y la mafia varios edificios y hoteles se construyeron con los
mejores materiales (pongamos por caso el mármol de Carrara). Tras la
Revolución, en el 59, pasaron a ser parte del Estado.
En el Paladar Torresson: malanga y ropa vieja |
Cenamos en el “Restaurante – Paladar
Torresson”. Comida criolla, ecológica e internacional: tal como viene en la
tarjeta que deja de acompañar a los 30 CUCs. Nos parece uno de los mejores
lugares del Malecón. Probamos la ropa vieja (carne de res deshebrada del guisado)
y pargo (pescado fresco del día, también llamado merluza). Se trata de una casa
típicamente cubana con sus dos alturas y su patio entre techos altos y
generosos muros que solo amagan con caerse. La familia hace su vida a un lado
y, sin necesidad de dejar más que entornada la puerta o las impetuosamente
frescas ventanas, al otro comemos desconocidos que dejamos de serlo enseguida.
Dos cervezas se mueven en Cuba: la primera (rubia) más que la segunda (oscura):
Cristal y Bucanero.
Desde el dormitorio del departamento |
Francis hace de casera y nos visita.
Nos habla de la Bienal que se está celebrando este mes en La Habana. Vamos a
Casa de las Américas (la están fumigando, a pocos días de que actúe Silvio
Rodríguez: “cada mes ofrece un concierto al público cubano”), a la Fundación Alejo Carpentier (pasando el Hotel Presidente, principal foco de internet junto
al Malecón; entre las mecedoras conozco a Rafael gracias a Arantxa), al Museo Nacional de Bellas Artes (que nos sorprende por el dinamismo de sus muestras sonoras y
visuales) y el Museo de la Revolución (que nos defrauda: quizá porque, como
buena parte de La Habana, está en remodelación).
Ese parece ser el deseo de la
sociedad, del nuevo ser humano para el Che (omnipresente; no como Fidel, que dijo
evitar bustos y glorietas): avanzar paulatinamente. Las cartillas de
racionamiento son el pan de cada día. Es fácil hacerse con un kilo de arroz y
otro de boniato o mangala. En la variedad está el error. Se falla al buscar
otra compañía de autobuses, otra marca de agua, otra manera de seguir la
información. Todo el mundo tiene su casa; en ruinas, por supuesto, ¿quién la va
a arreglar con el sueldo mínimo que no pasa de 30 CUCs? En Cuba se trabaja en
CUP (unos veinte CUC) para llegar a la moneda de los turistas: medida de urgencia
que aceptó en su día Fidel ante la crisis que ahogaba a la isla. La economía
sumergida saca a flote miles de familias que no dejan de sudar.
Casa de Lezama Lima: "sólo lo difícil es estimulante" |
Entre España y México Federico
García Lorca es homenajeado en el Centro andaluz de La Habana. Ofrecen un menú
por 8 CUCs que incluye entrante, plato principal, postre y bebida. La bandera
de Andalucía se mueve por las ondas del flamenco en el tablao. Sincretismo de culturas
junto a un camarero que acosa, de momento, con la vista.
Raúl Castro dijo dejar de estar al
mando en 2018. Quién sabe quién dirige esto, dicen. No merece la pena entrar a
la Bodeguita del medio o a la Floridita, donde Hemingway bebería las redes de El viejo y el mar. Mejor acérquense a la
Fábrica de Arte Cubano, principal ambiente
nocturno. Abren de jueves a domingo de 8 pm a 3 am. Varias salas y plantas
serpentean una antigua estructura cuya chimenea se junta con la luna llena y
semejan magia, reivindicación del cuerpo, parodia militar, apertura sensorial,
surrealismo, negritud, salsa o todas las artes que pueden imaginarse en un
espacio que ganaría mucho más con la presencia de las y los propios cubanos, en
lugar de un reducido enclave turístico. La entrada son 2 CUCs.
En el aeropuerto José Martí no hay gente.
Las cafeterías están “armando el producto, miamol” desde hace horas. Nadie de
Aeroméxico da una respuesta para el vuelo que lleva 120 minutos sin salir. Los
pasajeros van perdiendo la calma y reclaman a un ojeroso operario: “¡así están
en Cuba!”. La única explicación es que se ha caído el sistema. No hay internet.
No es posible hacer la facturación. En papeles apuntan nuestro nombre y unos
números que no se acaban respetando. “¡Esto no es una guagua!”. “Híjole, mamá,
cálmate”, le contesta con pena. “Estoy tratando de resolver esto…”.
Recuerdo
el día en que supe a qué me quería dedicar: era una mañana aciaga para mi
maestra y, pese a todo, cantaba a José Martí. Una década después lo siento in situ. Carmen es poema.
Capitolio, junto al Teatro Alicia Alonso, Prima Ballerina |
Uno de los mercados, pesa el tiempo |
Plaza de la Revolución, con Camilo Cienfuegos |
De ello, de
poesía, hablaremos esta semana en la BUAP: en la “Jornada del Seminario
de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea en su décimo aniversario”. Lo presentamos con Alejandro Palma hoy a las 13 h. en Radio BUAP. Se puede ver en este enlace.
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