miércoles, 2 de diciembre de 2015

Hasta luego

Enhorabuena, profe
Vas des/pidiéndote. Te queda ir al norte. Visitar el sur. Abrazar a tus amigos. Besar la ciudad que te acoge, antes de que te devore. Es tu última semana en la UNAM. Dormir es un verbo muy corto. Ves (¿por última vez?) la puerta de la Biblioteca Nacional, de la Facultad, del departamento, del Condominio, la Colonia, la Delegación, el Distrito… Todas se abrieron de par en paz.           
Exposición sobre el terremoto de 1985 en El Estanquillo
Llegas al metro Nezahualcoyotl. Sales sin ver qué parada es, pero te fías de esas voces que, entre cuerpos, así lo afirman sin afirmarlo. El tono afirmativo en México te suena a duda. Pero sus cara no mienten. Tomas un pesero hasta la Facultad de Estudios Superiores de Aragón, bajo el puente. Dicen que es una zona insegura. Pero no lo sientes así. Un estudiante de Economía te acompaña al edificio A-12. Allí defiende su tesis uno de tus mejores amigos aquí. Lo conociste en 2011, era el capitán del equipo de fútbol de la Facultad. Sus pláticas, en los descansos (o durante el mismo partido) te llenaban de vida. Por él la gente es capaz de capaz de cualquier cosa, como él. Hace unos meses le presentaste a tus padres. Él hace lo mismo hoy. ¿Quién lo iba a decir? La felicidad es una palabra muy larga. Y aguda.

            Preparas la comida y escuchas una alarma. El término sísmica te hace bajar rápido al claro de concreto. Allá te dicen que si tiembla no debes usar las escaleras. Piensas un rato.
Concepción Company y Víctor A. G. Córdoba presentan
CORDIAM
            El XV Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española se celebra en Ciudad de México. La profesora y el adjunto que te enseñaron historia de la lengua presentan el CORDIAM. Ocupan la misma sala en la que se celebró el Coloquio de Historia y Literatura hace unos días. Allí están muchos amigos tuyos. ¿Será la última vez que los veas? No crees, pero los abrazas fuerte, por si acaso. Qué bella costumbre la del abrazo. Así se saludan.
            El Coloquio sobre Fotonarrativa y Poética fotográfica tiene lugar en la Fundación Pedro Meyer, en Coyoacán (cerquita de la casa de Luis Cernuda). Quizá te resulte interesante recuperar algunas palabras de Llorenç Raich Muñoz (ensayista y fotógrafo):

La foto/poesía integra un motivo poético. Capta lo invisible que hay en la realidad visible. El reto de una fotografía que se considere poesía es constreñir el lenguaje. No es la creatividad o el ingenio, sino el lenguaje: el gran reto de conocer su esencia. La imagen bella por la forma y el contenido de un motivó poético. La poética es la estructura teórica y la poética (de poiesis) es la práctica: la expresión artística a través del lenguaje. Para escuchar lo que la obra requiere en su aplicación del lenguaje, primero hay que conocer la teoría, la estructura, la poética; pero luego es necesaria la poiética, la práctica, lo invisible de lo visible. Ej.: La ventana de mi taller” (Josef Sudek). El símbolo y la metáfora: el árbol/ el círculo de la vida. Relacionar dos elementos antitéticos para ofrecer un nuevo sentido. Ese es el valor del oxímoron. Ej.: San Juan de la Cruz en Cántico espiritual: La soledad sonora. La realidad está llena de oxímoron/ contraste. Así lo corrobora la tesis de Judtih R. Godoy Rivera: “El oxímoron como suspensión del sentido”. Vemos y sentimos una suspensión de principio narrativo.
El arco y la lira (Octavio Paz, 1956): “El lenguaje tocado por la poesía deja de ser significantes móviles, pues aparece el significado”. La caracola como motivo poético integrador ya simboliza la poesía de la fotografía de Josef Sudek. El que más ha intentado reflexionar sobre la palabra poética es José Ángel Valente con la poiética: “Sobre la lengua de los pájaros”. El lenguaje poético supone la discontinuidad de la caracola. El alfeizar, la ventana, el jardín… son elementos lógicos. La caracola está fuera de contexto de manera muy natural. El motivo poético tiene la capacidad de mostrar aquello que se encierra u oculta en ese principio de no ver: ¿qué hace esa caracola en la Praga de mediados del XX? Un motivo poético tiene la capacidad de mostrar el mar. Es la caracola quien la transcribe. La lengua de los pájaros, José Ángel Valente: “no es un decir, sino un aparecer”. Hay otro recurso de la poesía visual, el indicio: el papel. Sin ese papel podríamos pensar en un elemento decorativo. ¿Cómo mostrar el origen de un motivo? Con el misterio. Recuperando a Valente: “no decir, sino aparecer”. ¿Por qué Sudek es un poeta? Por la estética, el lenguaje formal de sus fotografías. Pero también por mostrar lo oculto de ver (como defendería Quirarte al retomar el estudio de Contemporáneos). Trabajó al margen de las tendencias de vanguardias. Se independizó de ese camino a veces no comprendido. Él mismo lo reconocía: mi obra no es de esta época. Su ciclo La ventana de mi taller enamoraría posteriormente a los autores del 60. Siempre hay dos narraciones en paralelo. ¿Qué es la representación? ¿Qué es conocer los límites? Finalmente, con una fotografía ha sido capaz de decir “me llevó el mar envuelto en una hoja de papel”. ¿Puede un ser humano ser un motivo poético? Considera el árbol como un ser humano, un anciano.



            ¿Puede ser una mancha urbana un edén? Considera la mancha urbana del color del sueño. Quizá las palabras de Llorenç Raich Muñoz han sido demasiadas. Te disculpas: “Perdón”. Hay otras intervenciones de Carla Faesler o de Roberto Cruz, por ejemplo. No las puedes ver ahorita, pero están YouTube. El blanco y el negro se necesitan.
Presentación de Ladakh en Las Hormigas
            Francisco Alatorre Vieyra presenta su libro Ladakh, Premio de Poesía Efraín Huerta. Allá (¿dónde si no?) en el Las Hormigas junto al jurado de aquel fallo: Rocío Cerón, Victor Cabrera y Hernán Bravo. Sientes que la poesía está presente a cada rato y que es distinta.
            De cara al fin de semana y a la gente, el II Encuentro Internacional de Poesía CDMX que organiza Círculo de Poesía atrae a decenas de escritores y a cientos de lectores. ¿O al revés? El Museo del Estanquillo y el Ex Templo Corpus Christi, frente a la Alameda se decora de rosa taxi (como le llaman). La pasión con la que hacen las cosas te deja perplejo. Así está también el resto del público que cierran los ojos para trasladarse a los cinco continentes y sentir, todavía, la flor y el canto. Te alegra tener esta oportunidad de compartir la palabra. Infinita.
II Encuentro Internacional de Poesía CDMX
            Es tu última sesión en la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. La Samuel Ramos tiene unas sillas rojas que te dejan casi en posición penitente. Pese a ello te dejas llevar por el clima de estudio que muchos, desde temprano, ya crean con sus libros, también rojos. Dicen que la poesía son solo palabras, que no cuenta con el acompañamiento o el complemento de otras artes, como sucede con la música. El silencio y tu voz se enfrentan en versos que cada vez cuesta más de ri(t)mar. Sin embargo, en la Samuel Ramos esto no es así. Una especie de centrifugado marca los endecasílabos (en el peor de los casos). Piensas en qué lavadora puede haber en un espacio así. ¿Qué puede necesitar lavarse? Pasas algunas páginas mientras barajas opciones; así que no te enteras de lo que lees. Como es la hora (¿cuál?), decides bajar a hacer unas copias para leerlas, ya solo, en otro momento. Te formas en la cola. Siempre hay que formarse. Avanzas a la vez que ves la resolución del misterio. Nada de centrifugados, el ruido lo causa el chico cuando saca copias a los libros y voltea, mecánica y brutalmente, los lomos contra el cristal que se ilumina de verde.
Verónica Volkow y Elsa Cross, entre otros, hablan de la India en la Casa-Trotsly
(ciclo Exilios y asilos poéticos)
            La semana acaba en casa del poeta que estudias. Llevas tres años leyéndolo e imaginando muchas cosas que ahora ves. Sin embargo, esto no rompe el encanto. Al contrario, todavía te surgen muchas más inquietudes que, por ahora, no podrás resolver más que desde la lectura. Le agradeces la generosidad y las puertas. América es riquísima, enorme.

Museo Universitario de Arte Contemporáneo
            Diferencias, alteridades e identidad (Narrativa mexicana de la primera mitad del siglo XX) es un libro que acaba de publicar Cecilia Eudave. Ahí reflexiona sobre la apropiación que algunos hacen de esta palabra, de este continente:

El adverbio afirmativo y reiterativo reduce la bebida mexicana frente a la estadounidense, además de restarle una parte de su carácter definitorio: son mexicanas pero no americanas, lo cual es una premisa absurda ¿cómo se puede estar en el continente americano y no ser americanos? El estadounidense ha nulificado por completo al Otro y se ha apropiado del término para hacerlo suyo solamente, todo esto desde el punto de partida de un objeto de consumo (centro vs. periferia). Sin embargo, surge una objeción al uso del término y una reorientación del mismo: «las cervezas mexicanas también son buenas bebidas americanas ¿verdad?». Esta toma de conciencia despierta en el Otro una respuesta que versa ya sobre un discurso, no ya de índole doméstica (comida, bebida), sino que adquiere un carácter político. Por un lado, el reconocimiento de la apropiación del término América por los estadounidenses se valida por el uso de la costumbre: «uso el término por costumbre». Pero no hay que olvidar que la costumbre hace la regla, y que las costumbres son lo más difícil de erradicar. Una costumbre es algo que ya está ahí de manera casi inherente a nosotros, no por eso es menos agresiva o peligrosa en su contexto como en este caso (193).

La norteamericana tapatía Eudave presenta su novela Aislados en la FIL de Guadalajara es el centro y la periferia estos días. Quieres conocerla. Subes al metro con Chava flores:

“Voy en el metro”

Adiós mi linda Tacuba,
bella tierra tan risueña,
ya me voy de tu Legaria,
tu Marina y tu Pensil.
Ya me voy, me lleva el metro por un peso hasta Tasqueña;
si en dos horas no regreso
guárdame una tumba aquí.

Al bajar a los andenes
escuché esta cantaleta:
-al mirar llegar los trenes
no se aviente para entrar,
si en diecisiete segundos
no ha podido ni se meta,
ni se baje la banqueta
que se puede rostizar.

Voy en el metro, ¡qué grandote,
rapidote, qué limpiote!
¡Qué deferencia del camión
de mi compadre Jilemón
que va al panteón!

Aquí no admiten guajolotes,
ni tamarindos, zopilotes,
ni huacales con elotes,
ni costales con carbón.

-¡Que se quite de la puerta!-,
y luego luego que me quito.
Y siguió la señorita:
-¡Que se arrime más pa´ allá!,
¡qué no fume!-, si ni fumo,
ya me trae de su puerquito;
yo por más que me la busco
no la jallo donde está.


Adiós mi linda Tacuba,
ya pasamos por Cuitláhuac,
ya pasamos por Popotla
y el colegio melitar;
ya me estoy arrepintiendo
no haber hecho de las aguas;
si me sigue esta nostalgia
yo me bajo en la Normal.

Voy en el metro... (284)


Hasta luego.

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