Enhorabuena, profe |
Vas des/pidiéndote.
Te queda ir al norte. Visitar el sur. Abrazar a tus amigos. Besar la ciudad que
te acoge, antes de que te devore. Es tu última semana en la UNAM. Dormir es un
verbo muy corto. Ves (¿por última vez?) la puerta de la Biblioteca Nacional, de
la Facultad, del departamento, del Condominio, la Colonia, la Delegación, el
Distrito… Todas se abrieron de par en paz.
Exposición sobre el terremoto de 1985 en El Estanquillo |
Preparas la comida y escuchas una
alarma. El término sísmica te hace bajar rápido al claro de concreto. Allá te
dicen que si tiembla no debes usar las escaleras. Piensas un rato.
Concepción Company y Víctor A. G. Córdoba presentan CORDIAM |
El Coloquio sobre Fotonarrativa y Poética
fotográfica tiene lugar en la Fundación Pedro Meyer, en Coyoacán (cerquita de
la casa de Luis Cernuda). Quizá te resulte interesante recuperar algunas palabras de
Llorenç Raich Muñoz (ensayista y fotógrafo):
La foto/poesía integra un motivo
poético. Capta lo invisible que hay en la realidad visible. El reto de una
fotografía que se considere poesía es constreñir el lenguaje. No es la
creatividad o el ingenio, sino el lenguaje: el gran reto de conocer su esencia.
La imagen bella por la forma y el contenido de un motivó poético. La poética es
la estructura teórica y la poética (de poiesis) es la práctica: la expresión
artística a través del lenguaje. Para escuchar lo que la obra requiere en su
aplicación del lenguaje, primero hay que conocer la teoría, la estructura, la
poética; pero luego es necesaria la poiética, la práctica, lo invisible de lo
visible. Ej.: La ventana de mi taller” (Josef Sudek). El símbolo y la
metáfora: el árbol/ el círculo de la vida. Relacionar dos elementos antitéticos
para ofrecer un nuevo sentido. Ese es el valor del oxímoron. Ej.: San Juan de
la Cruz en Cántico espiritual: La
soledad sonora. La realidad está llena de oxímoron/ contraste. Así lo corrobora
la tesis de Judtih R. Godoy Rivera: “El oxímoron como suspensión del sentido”.
Vemos y sentimos una suspensión de principio narrativo.
El arco y la lira (Octavio Paz, 1956): “El lenguaje tocado por la poesía deja de ser
significantes móviles, pues aparece el significado”. La caracola como motivo
poético integrador ya simboliza la poesía de la fotografía de Josef Sudek.
El que más ha intentado reflexionar sobre la palabra poética es José Ángel
Valente con la poiética: “Sobre la lengua de los pájaros”. El lenguaje poético
supone la discontinuidad de la caracola. El alfeizar, la ventana, el jardín…
son elementos lógicos. La caracola está fuera de contexto de manera muy
natural. El motivo poético tiene la capacidad de mostrar aquello que se
encierra u oculta en ese principio de no ver: ¿qué hace esa caracola en la
Praga de mediados del XX? Un motivo poético tiene la capacidad de mostrar el mar.
Es la caracola quien la transcribe. La lengua de los pájaros, José Ángel
Valente: “no es un decir, sino un aparecer”. Hay otro recurso de la poesía
visual, el indicio: el papel. Sin ese papel podríamos pensar en un elemento
decorativo. ¿Cómo mostrar el origen de un motivo? Con el misterio. Recuperando
a Valente: “no decir, sino aparecer”. ¿Por qué Sudek es un poeta? Por la
estética, el lenguaje formal de sus fotografías. Pero también por mostrar lo
oculto de ver (como defendería Quirarte al retomar el estudio de Contemporáneos).
Trabajó al margen de las tendencias de vanguardias. Se independizó de ese
camino a veces no comprendido. Él mismo lo reconocía: mi obra no es de esta
época. Su ciclo La ventana de mi taller enamoraría posteriormente a los autores
del 60. Siempre hay dos narraciones en paralelo. ¿Qué es la representación?
¿Qué es conocer los límites? Finalmente, con una fotografía ha sido capaz de
decir “me llevó el mar envuelto en una hoja de papel”. ¿Puede un ser humano ser
un motivo poético? Considera el árbol como un ser humano, un anciano.
¿Puede ser una mancha urbana un edén?
Considera la mancha urbana del color del sueño. Quizá las palabras de Llorenç
Raich Muñoz han sido demasiadas. Te disculpas: “Perdón”. Hay otras
intervenciones de Carla Faesler o de Roberto Cruz, por ejemplo. No las puedes
ver ahorita, pero están YouTube. El blanco y el negro se necesitan.
Presentación de Ladakh en Las Hormigas |
De cara al fin de semana y a la
gente, el II Encuentro Internacional de Poesía CDMX que organiza Círculo de
Poesía atrae a decenas de escritores y a cientos de lectores. ¿O al revés? El Museo
del Estanquillo y el Ex Templo Corpus Christi, frente a la Alameda se decora de
rosa taxi (como le llaman). La pasión con la que hacen las cosas te deja
perplejo. Así está también el resto del público que cierran los ojos para
trasladarse a los cinco continentes y sentir, todavía, la flor y el canto. Te
alegra tener esta oportunidad de compartir la palabra. Infinita.
II Encuentro Internacional de Poesía CDMX |
Es tu última sesión en la Biblioteca
de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. La Samuel Ramos tiene unas
sillas rojas que te dejan casi en posición penitente. Pese a ello te dejas
llevar por el clima de estudio que muchos, desde temprano, ya crean con sus
libros, también rojos. Dicen que la poesía son solo palabras, que no cuenta con
el acompañamiento o el complemento de otras artes, como sucede con la música.
El silencio y tu voz se enfrentan en versos que cada vez cuesta más de
ri(t)mar. Sin embargo, en la Samuel Ramos esto no es así. Una especie de
centrifugado marca los endecasílabos (en el peor de los casos). Piensas en qué
lavadora puede haber en un espacio así. ¿Qué puede necesitar lavarse? Pasas
algunas páginas mientras barajas opciones; así que no te enteras de lo que
lees. Como es la hora (¿cuál?), decides bajar a hacer unas copias para leerlas,
ya solo, en otro momento. Te formas en la cola. Siempre hay que formarse.
Avanzas a la vez que ves la resolución del misterio. Nada de centrifugados, el
ruido lo causa el chico cuando saca copias a los libros y voltea, mecánica y
brutalmente, los lomos contra el cristal que se ilumina de verde.
Verónica Volkow y Elsa Cross, entre otros, hablan de la India en la Casa-Trotsly (ciclo Exilios y asilos poéticos) |
La semana acaba en casa del poeta
que estudias. Llevas tres años leyéndolo e imaginando muchas cosas que ahora
ves. Sin embargo, esto no rompe el encanto. Al contrario, todavía te surgen
muchas más inquietudes que, por ahora, no podrás resolver más que desde la
lectura. Le agradeces la generosidad y las puertas. América es riquísima,
enorme.
Museo Universitario de Arte Contemporáneo |
Diferencias,
alteridades e identidad (Narrativa mexicana de la primera mitad del siglo XX)
es un libro que acaba de publicar Cecilia Eudave. Ahí reflexiona sobre la
apropiación que algunos hacen de esta palabra, de este continente:
El adverbio afirmativo y reiterativo reduce la
bebida mexicana frente a la estadounidense, además de restarle una parte de su
carácter definitorio: son mexicanas pero no americanas, lo cual es una premisa
absurda ¿cómo se puede estar en el continente americano y no ser americanos? El
estadounidense ha nulificado por completo al Otro y se ha apropiado del término
para hacerlo suyo solamente, todo esto desde el punto de partida de un objeto
de consumo (centro vs. periferia). Sin embargo, surge una objeción al uso del
término y una reorientación del mismo: «las cervezas mexicanas también son
buenas bebidas americanas ¿verdad?». Esta toma de conciencia despierta en el
Otro una respuesta que versa ya sobre un discurso, no ya de índole doméstica
(comida, bebida), sino que adquiere un carácter político. Por un lado, el
reconocimiento de la apropiación del término América por los estadounidenses se
valida por el uso de la costumbre: «uso el término por costumbre». Pero no hay
que olvidar que la costumbre hace la regla, y que las costumbres son lo más
difícil de erradicar. Una costumbre es algo que ya está ahí de manera casi
inherente a nosotros, no por eso es menos agresiva o peligrosa en su contexto
como en este caso (193).
La norteamericana
tapatía Eudave presenta su novela Aislados
en la FIL de Guadalajara es el centro y la periferia estos días. Quieres
conocerla. Subes al metro con Chava flores:
“Voy en el metro”
Adiós mi linda Tacuba,
bella tierra tan risueña,
ya me voy de tu Legaria,
tu Marina y tu Pensil.
Ya me voy, me lleva el metro por un peso hasta
Tasqueña;
si en dos horas no regreso
guárdame una tumba aquí.
Al bajar a los andenes
escuché esta cantaleta:
no se aviente para entrar,
si en diecisiete segundos
no ha podido ni se meta,
ni se baje la banqueta
que se puede rostizar.
Voy en el metro, ¡qué grandote,
rapidote, qué limpiote!
¡Qué deferencia del camión
de mi compadre Jilemón
que va al panteón!
Aquí no admiten guajolotes,
ni tamarindos, zopilotes,
ni huacales con elotes,
ni costales con carbón.
-¡Que se quite de la puerta!-,
y luego luego que me quito.
Y siguió la señorita:
-¡Que se arrime más pa´ allá!,
¡qué no fume!-, si ni fumo,
ya me trae de su puerquito;
yo por más que me la busco
no la jallo donde está.
Adiós mi linda Tacuba,
ya pasamos por Cuitláhuac,
ya pasamos por Popotla
y el colegio melitar;
ya me estoy arrepintiendo
no haber hecho de las aguas;
si me sigue esta nostalgia
yo me bajo en la Normal.
Voy en el metro... (284)
Hasta luego.
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