Atlético Colmillos, 2011 |
En 2011 tuve la suerte de jugar en el Atlético Colmillos, equipo de fútbol que capitaneaba el
profe donde los haya, Ernesto, que tenía como portero a Isaac y que, entre
muchos otros, contaba en sus filas con mi paisano Hodei. Ahora que quiero
comprar una camiseta (playera) para la colección de Kikito, recuerdo que
entonces jugábamos con la de Puebla y que se la di a mi amigo Ángel cuando
regresé. Es el único de los amigos que se ha casado.
Parece que las semanas van a empezar
a las 8 en el salón 111 con teoría y crítica literarias. Hablamos de Jakobson,
Propp, Maiakovski, Shklovski. Lo siento por mis estudiantes. Yo disfruto mucho.
Me pongo a trabajar una base fundamental para la formación en Letras Hispánicas.
Hasta ahora no había reparado en muchos de sus postulados. Y me ayudan a
preparar la charla sobre poesía digital del miércoles. Hasta me corto pelo en
la 19 Sur. Hablamos de comida, de cómo nos trata México, de ciertas costumbres
que extrañamos. Por 60 pesos (unos tres euros) les cuento cómo preparo las lentejas
(solo a falta de pimentón) y me indican dónde puedo conseguir pescado: en el
mercado de la 16 Poniente. Hay un camión que te lleva. Es lo más recomendable.
De lo contrario, hacer el camino andando traería el huachinango aun con peor
aspecto que el del Chedraui que hay más allá de la Av. Juárez. En la rotonda de
esta zona monumental, una de las calles más elegantes, se encuentra la
lavandería de Adolfo. Por 22 pesos (un euro) el kilo (con un mínimo de cuatro
por carga) te lavan, te secan y te doblan la ropa para el día siguiente. Cerca
está el recomendable Hotel Suites Sevilla de un canario que ya se quedó en
Puebla hace años. Por esa zona Chispa Agua te lleva a casa el garrafón de 20
litros (por 27 pesos: poco más de un euro). También lo puedes acercar tú mismo para
que te lo rellenen en la Purificadora San Sebastián, por 13 pesos.
En la 5 de mayo doy con un puesto de
playeras. Predominan las del equipo local, aún con su franja diagonal. Venden de
todo en esa calle, hasta una mochila de Coco para mi sobrino. No encuentro el
pescado… La gente y los coches se camuflan entre puestos de verduras que en realidad
venden peluches. Me guío por el olfato y unas moscas que anuncian ya el
mediodía. No doy con el camión y sin señal regreso en este tablero donde las
damas de vida triste dejan pasar a familias cargadas de papas.
La poesía digital sería una rama de
la experimental, la no verbal, y atiende a los nuevos lenguajes que permite la
tecnología. Estudiamos la computación de Eugenio Tisselli, la edición de Isabel
Zapata y la aplicación móvil de Camila Krauss. En el auditorio Elena Garro presentamos
parte del trabajo que queremos hacer durante el semestre con la coordinación de
Alejandro Palma. Pienso en la energía que ese miércoles saca el Popo y creo que
no tendría chiste contar con un escáner que nos mostrara las diferentes capas
sensoriales que han quedado en los espacios que ahora nos acogen. El tiempo
mostraría los nexos que se han dado en una dimensión aún desconocida.
Con Alejandro Palma en la BUAP |
Juan Carlos Franco, Pablo Piceno y Valeria Guzmán |
Profética, Casa de la Lectura, en la
7 poniente, siempre tiene vida. Ya sea para hablar de poesía en círculo o para
escuchar la presentación de Pablo Piceno y su libro La Castellane errante, hay un ambientazo, buena bebida, ricos tacos. Media hora
después de lo previsto (parece que estos son los tiempos de México) el patio se
llena y el agua de la fuente del patio deja de brotar. La gente escucha a
jóvenes con oficio, compran el libro de la Secretaría de Cultura por 60 pesos y
el talentoso poeta que une el cabezazo de Zidane con el problema de la migra
los firma mientras se suceden compis que hace años que no veías.
Lindy Hop Puebla, grupo de baile en el Paseo Bravo |
Pese a las tecnologías y el presupuesto
que el país dedica a la cultura, resulta complicadísimo saber cuándo y dónde se
celebra un evento. Si no sale en Facebook hay varias páginas en internet que amagan
con informar de las actividades, por ejemplo, del Festival Cultural Latinoamericano y Caribeño por el Buen Vivir. Previsto para el
sábado en el Paseo Bravo, con anuncios de comida, música, teatro o cuentacuentos,
allí no hay más que un animado grupo de Lindy Hop. Se acerca Nacho, el bailarín.
Da clases por gusto en el mismo jardín los lunes a las 19 h.
José Antonio trabaja con Uber y te
lleva a cualquier lado con una educación exquisita. Me doy cuenta de lo malhablados
que a veces podemos ser. En la ausencia notas el vacío. La ciudad está
tranquila. Dice que se debe a la ley seca de este fin de semana, con motivo de
las elecciones de algo que parece llamar la junta auxiliar. Nos saludamos hasta
nuevo aviso y escuchamos a Jaime López, que conocí otra vez por Jorge.
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