Vista desde la pirámide de Cholula |
El maíz no solo es un grano, un alimento y un cultivo.
Es una forma de ser y de tener
identidad.
El maíz nativo no sobrevivirá si no
sobreviven los pueblos que la cuidan.
Restaurante Milli.
Cocina de maíces
El año arrancó en
Cholula, donde se encuentra la pirámide más grande del mundo en su base. Ahí se
libró la batalla de Cortés con los tlaxcaltecas, luego se construyó encima la
iglesia de la Virgen de los Remedios. Frente a los volcanes Iztaccíhuatl (la mujer
dormida) y el Popocatépetl (don Goyo), la ciudad de las 365 iglesias (una por
año: casi tantas como universidades, 240) tiene algunos lugares que no podemos
dejar de visitar.
Aunque ya hay un tren que te deja en
la zona arqueológica, lo mejor es ir en camión. Puedes tomarlo junto al Mercado
de sabores y no cuesta más de 8 pesos (unos cuarenta céntimos). En poco más de
media hora intuirás la pirámide, “de aquel lado”, y ya solo te queda seguir la
vía del tren unas seis cuadras. Me parece un error abrir una línea de
ferrocarril (tan necesaria ya) turístico (así se llama). El precio se
multiplica por diez respecto al del autobús: hay que pagar 60 pesos (medio euro) y
12 o no sé cuántos para una tarjeta. Pasa uno temprano, a primera hora, y no
regresa hasta la tarde. En fin, que ya podrían darle un mejor uso a esa postiza
estación que hay junto al acceso a la pirámide. La entrada a este recinto cuesta
también unos 70 pesos (y es gratis para profes, personas de la tercera edad,
etc.). La cola se hacía larga y el sol pegaba fuerte, así que agradecí una
bolsa de chapulines que vendían en los aledaños. Era lo poco que allí se
ofrecía, pues parece que con la rehabilitación de la zona tras el temblor han
prohibido de manera estricta la venta ambulante.
Sin
darte cuenta ya estás dentro. De repente atraviesas un túnel que serpentea toda la pirámide. Apenas cabe un cuerpo y hay que agacharse en algunos tramos. Se
encuentra restaurado e iluminado, pero se forman buenas aglomeraciones. Es la
tercera vez que visito la zona y la primera que se da la visita interna. Entre
aquellas rocas se siente un peso inmaterial y placentero, como si vibrara todo
y gozaras de un punto fijo. Fue un estímulo muy similar al que viví hace tres
años con mis padres en la Villa Guadalupana. Por momentos los chapulines del
bolsillo nos asegurarían la supervivencia en caso de catástrofe.
Se
trata de un local muy acogedor donde preparan auténtica comida poblana a base
de maíz. Este producto es su filosofía de vida, tal como gentilmente lo cuenta
Oswaldo. La comunidad náhuatl San Mateo Ozolco lo trabaja para las tortillas
azules, agua de maíz, tostadas que puedes comprar y demás recetas de temporada.
La sopa de ese día era de tortilla, también azul, con queso, aguacate, lima y
tomate. El mole fue Huash, llamado de huajes o cívico con carne de puerco.
Además de pulque, tienen tecuin (una especie de ponche riquísima), té de monte
o Yelotzontly. Las mesas de madera, la música y la brisa quedaban atrapadas por
enormes carteles a los lados de imágenes naturales, de nuestras raíces, con
mensajes en náhuatl. Espero volver pronto y disfrutar de todo lo que ofrecen.
Es de visita obligada. También lo es La Casona, en el mismo centro de Cholula,
donde los más peques pueden disfrutar de un jardincito con columpios junto a
las mesas al aire libre.
Museo Internacional del Barroco |
Cuando
el tocayo de quienes tan bien te están tratando en Puebla se acerca a Cholula
con su familia y se arma una visita al Museo Internacional del Barroco, solo
puedes disfrutar y quedar boquiabierto. Con credencial la entrada es de 40 en
lugar de 80 pesos y los miércoles es gratis. En la exposición temporal de
Cristóbal de Villalpando es posible admirar los cuadros de sus discípulos,
imitando un estilo particular por la encendida luz en las pinturas religiosas. La Inmaculada Concepción o sor Juana Inés de la Cruz forman parte
también de un edificio construido por el arquitecto japonés Toyoo Itō. Su
diseño curvo recuerda al del Guggenheim de Bilbao. En la planta de arriba,
frente a los volcanes, se encuentra el Restaurante Barroco. Su comida, su
espacio y su trato son inmejorables: Calabazas y chilacayotas del huerto; matiz
de chalupas poblanas; o Trucha zarandeada. Pueden encontrar imágenes de tan
suculentos platillos en @_gastrosofia_.
Chalupas poblanas en el restaurante Barroco |
Casa del Pueblo, BUAP |
Profética. Casa de la Lectura |
De
Quirarte, objeto de mi tesis, hay un libro que también se encuentra en la Biblioteca
Ernesto de la Torre Villar, en el edificio verde, también en el centro: Poética del héroe.
Conseguirlo solo es posible por préstamo interbibliotecario. Intentarlo merece
la pena solo por ver el Edificio Carolino, donde se ubica la Rectoría de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
El diablo me obligó (2018) es una novela de F. G. Haghenbeck que acaba de
adaptarse a la serie de Netflix Diablero.
Ahí va el tráiler para que no se vayan de aquel lado.
Escalera del Edificio Carolino |
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