lunes, 5 de septiembre de 2011

05/09/2011 PULQUERÍA

Hoy es lunes de nuevo, y no ha sido un buen día: he tenido que ir a la temible Oficina de Inmigración.

Ayer platicando con una amiga por el facebook me dijo que a ella le habían notificado en el seguimiento del trámite migratorio que tenía que pasarse por la oficina. Yo lo miré y también debía hacer lo mismo. Así pues, esta mañana a las 07:00 en pie y para el metro. El sistema de transporte colectivo es un caos: ríos de gente, calor, prisas, empujones, olor asfixiante a maíz… Además, Polanco, donde está la Oficina de Inmigración está bastante lejos de Ciudad Universitaria. Hay que agarrar tres líneas de metro y un pesero. A las 9:20 llegábamos mi amiga y yo, nos decían que nos faltaban un par de papeles insignificantes (sobre todo el de mi amiga: una carta como que quería conseguir el trámite migratorio, como si ir allí no fuera suficiente) y nos íbamos a la hora y algo, después de hacer un par de viajes a la papelería para fotocopiar algo que podían hacer ellos perfectamente allí, pues tienen todos los aparatos necesarios para ello. En fin, al menos pude llegar a clase de francés, aunque algo tarde. Además, lo buena de esta mañana fue que compré por fin un cd en el metro de música mexicana. Ahorita mismo lo estoy escuchando y me siento de pie, agarrado a los barrotes calenturientos y escuchando entre la masa popular a un pequeño wey diciendo: “Esta vez les traigo 300 temas!!! Lo mejor de la música de siempre!!! Para esas noches cotidianas, para esas reuniones improvisadas…!!! 10 pesos le vale, 10 pesos le cueeeeeesta!!!”.

Mural de Diego Rivera
Lamento informaros que el Atlético Colmillos no está pasando por su mejor momento. Hoy he hablado con el capitán y me ha dicho que la semana pasada perdieron. Yo no pude ir porque no me avisaron de la hora. Según dicen me enviaron un correo y un SMS que yo nunca recibí; pero yo creo que acordaron no avisarme después de haber fallado aquel penalti. Pasado mañana nos la jugamos, si no ganamos habremos perdido todas las opciones de clasificarnos para la fase eliminatoria. La tarde del desastroso partido de mis compañeros fuimos (el grupo de españoles y yo) con unos mexicanos a la noche de los museos. Una vez al mes los museos cierran más tarde y ofrecen visitas guiadas muy dinámicas. Sin embargo, esta noche debería ser tarde, pues a las 21:00 horas ya nos corrieron. No obstante, pudimos echar un vistazo al Museo Mural de Diego Rivera. Solo vimos uno de sus murales, pues teníamos poco tiempo, pero mereció la pena. Se trata de una pintura enorme, medirá más de 20 metros de largo y 5 de alto (les dejo una foto para que vean parte de lo que es); en ella se muestra la historia de México: desde la llegada de los españoles en 1521 a las costas mexicanas; pasando por la Inquisición; los políticos más relevantes del país (Porfirio Díaz entre ellos); el propio autor, Diego Rivera de niño, dando la mano al símbolo de la nación por antonomasia, la Catrina (la muerte vestida de blanco y con el dios Quetzalcoatl, una serpiente, a modo de bufanda); hasta llegar a los protagonistas de la Independencia de 1810 y la Revolución de 1910. Es, por tanto, un cuadro que simboliza la historia, la cultura, el mestizaje, las disputas, las alegrías y la vida mexicana. En esta visita, al guía le dio tiempo a darnos un pequeño esbozo de tal obra. Además, tuvimos la oportunidad de debatir con el resto de asistentes, entre ellos un maduro mexicano que opinaba muy mal de los españoles: pues según él habíamos arrasado con todo lo que nos encontramos. Sea verdad o no, es rico relacionarse con gente de otras culturas, con ideales distintos o no tan distintos al tuyo. Al cerrar el museo dimos un paseo por el centro histórico (el zócalo, el Palacio de Bellas Artes -subo una foto para que entiendan porqué me fascina tanto-, Correos…). Chile, México, Austria, Alemania y España eran nuestros países, por lo que conocimos un poco de cada uno durante aquella noche.

Palacio de Bellas Artres

Al día siguiente, jueves, aprendí mucho sobre Bernal Díaz del Castillo en Literatura mexicana 3 (novohispana), pues estamos leyendo la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. En Literatura española 1 (medieval) comentamos de forma muy dinámica e interactiva las jarchas, primeras manifestaciones literarias en lengua española, pues las primeras en la lengua castellana son las glosas emilianenses, según la doctora Miaja. Tenemos que leer el Mío Cid y Los 1001 años de la lengua española de Alatorre, por lo que ahorita mismo tengo que ponerme con mis tareas. Todos estos libros los sacaré de la Biblioteca Central de la UNAM, pues aunque no me hayan facilitado todavía mi credencial, puedo sacar hasta tres libros simultáneamente sin problema. Vean en la imagen la belleza de este edificio, el cual junto al resto del campus de CU fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO hace unos años. Esa misma tarde tuve la oportunidad de hacerme con un par de entradas para El Dragón Dorado, una obra de teatro que estrenaba la UNAM en el Teatro Santa Catarina, en Coyoacán, muy cerca de mi casa. Resulta que los jueves es el día del teatro y vale 30 pesos (1,80 euros), mucho menos si lo comparamos con el ya bajo precio de por sí: 150 pesos (9 euros). El ambiente me llamó mucho la atención: público de todas las edades, gustos y características abarrotaron la pequeña sala en la que no existía escenario alguno. Únicamente había una barra rectangular que simulaba la cocina de un restaurante japonés, donde los cocineros y meseros discutían y reflexionaban sobre la sociedad (los clientes que describían de tal manera que era fácil imaginarlos). Nunca había asistido a un teatro circular en el que no cupieran más de 40 personas, y donde los actores se las ingeniaban para que todo el público pudiera verlos desde todas las perspectivas y oírlos sin micrófono alguno. Fue una experiencia muy buena que espero que se repita algún otro jueves, pues la oferta cultural que ofrece la UNAM es muy rica y variada.

Biblioteca Central de la UNAM

El viernes comenzaba el fin de semana, aunque nosotros ya lo esbozamos el miércoles mismo. Era el cumpleaños de una compañera de clase de mis amigos españoles, y nos había invitado a pasar la tarde en un karaoke para posteriormente ir a su casa de fiesta. No imaginaba que en México hubiera algo así. Al fin y al cabo, es tan parecido a España en algunas cosas, aunque tan distinto en la mayoría. Estuvimos tomando unas yardas (cervezas de un litro con frutas de mango, pera, chile… al gusto); valían 70 pesos (4,20 euros), pero había 2 x 1 hasta las 19:00 horas. Así que por poca plata o lana (como llaman aquí al dinero) lo pasamos en grande. Los primero en abrir el recital fuimos mi amigo español, un mexicano y yo: un trío para cantar El rey de Vicente Fernández (“No tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda… pero sigo siendo El Rey”). La fiesta estuvo muy chida: buena gente, excelente música y mucho espacio para intentar bailar salsa.

Pulquería
Necesitamos gran parte del sábado para recuperarnos de la agitada noche. A las 18:00 horas nos acompañaron unos mexicanos a una pulquería en Insurgentes esto de juntarse con mexicanos es lo mejor, te llevan a todos los sitios que valen la pena y te platican sobre multitud de temas. Este lugar no lo había visto en mi vida: tres pisos de local decorado muy mexicanamente (quizá porque se acerca el día de la Independencia: 15 de septiembre), lleno de gente sentada y de pie, platicando y bailando, tomando pulque y chelas. El pulque es una bebida alcohólica, totalmente natural, que se obtiene mediante la fermentación del maíz, hay de muchos sabores, es un líquido algo espeso y sin gas, parecido al orujo, pero mucho más suave. Aquella tarde había de frutas de la pasión, de avena y de apio (cuelgo una foto para que imaginéis de forma más diáfana esta desconocida bebida para mí, y quizá también para otros muchos). La pulquería estaba repleta de gente, por lo que nos tuvimos que sentar en un improvisado escenario del tercer piso donde supusimos (por los instrumentos que había) que acostumbran a tocar rock y pop. La enorme ventana estaba abierta, por lo que disfrutamos del atardecer antes de que la gente empezara a bailar salsa. Por la tarde nos invitaron a una fiesta muy buena onda en una casa cercana a la nuestra: no cobraban entrada y te invitaban a tacos y enchiladas a altas horas de la madrugada. Ya hemos llegado a la conclusión, los españoles, en que debemos de dejar de salir tanto de fiesta y visitar más museos y ciudades cercanas, aunque yo opino que de fiesta también se empapa uno de la cultura mexicana.

El domingo fue muy tranquilo, parecía que iba a estar todo el día en casa estudiando, pero unos amigos y yo terminamos yendo a la cineteca por primera vez. Está en Coyoacán, a dos paradas del metro de nuestro departamento, hay muchas cómodas salas y la cartelera es muy variada y actual. Yo quería ver Medianoche en París, pues me encanta Woody Allen o El mural de Diego Rivera, ya que unos conocidos nos hablaron muy bien de ella, pero finalmente nos decantamos por la que yo creo que fue una acertada elección: Short shorts film festival: México Cine 4. Este festival de cortos fue muy grato. Proyectaron cinco: Maripepa (unos jóvenes músicos sufren los problemas de la adolescencia mexicana el más rico en cuanto a la jerga callejera y el español en México); Martín (un niño que sufre la pérdida de su padre, un conductor de metro el que más le gustó a mis amigos); El secreto de la noche (el más divertido sin duda en el que un chico despertaba varias veces para ir al sanitario, hacía pis gustosamente… y enseguida despertaba realmente viendo que se había hecho encima); Cuando estemos juntos (los problemas de una pareja separada emocional e ideológicamente mi preferido); y 2042 (que nos alerta de una profecía maya que dice que el mundo acabará debido a la autodestrucción humana, aunque yo interpreté algunas connotaciones relacionadas con el narcotráfico).

Parecía mentira, pero era día 4 de septiembre (fecha en la que comienzan las fiestas de mi pueblo) y yo estaba en el cine viendo cortos mexicanos. Por suerte, pude hablar con mis amigos y sentirme muy cerca.

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