lunes, 11 de febrero de 2019

América sin Nombre

Después de todo lo que provoca el viaje a Tepoztlán, voy a la ciudad de México para presentar con Alejandro Higashi y Eva Castañeda el número 23 de la revista América sin Nombre, dirigida por Carmen Alemany en la Universidad de Alicante y dedicada a la “Madurez de la joven poesía mexicana”. Una vez más el Seminario de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea, el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, la Universidad Nacional Autónoma de México, Coyoacán, Chimalistac o el Museo Dolores Olmedo pondrán palabras para lo inefable.

Mario Bellatin, Carmen López-Portillo, Margo Glantz y Pablo Raphael
            Margo Glantz, que recientemente fue investida Doctora Honoris Causa por nuestra alma mater, presentó el número con el que la revista Invndación castálida le homenajea desde la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. En el Claustro de la Universidad de Sor Juana recibe un pañuelo de tonos naranjas con una cubista monja jerónima. La directora de la revista, Moramay Kuri, nos reparte unos ejemplares de la publicación mientras Mario Bellatin, Carmen López-Portillo y Pablo Raphael se preparan para nombrar a la escritora, viajera y tuitera mexicana. Después del emotivo y particular acto (especialmente por el genio de Bellatin), hay montado un aperitivo que termina siendo cena en el patio, con velas, tequila y jazz. Allí conozco a un estudiante del Claustro y a un amigo de la directora; hablamos de Gerardo Deniz, de quien prepara un trabajo todavía único, de César Cañedo, ganador ya del Premio Aguascalientes, y de la revista que comentaremos el día siguiente en el Villaurrutia.
            Me quedo esos días en el Hotel Pánuco por el libro de Odette Alonso, Hotel Pánico. Por unos 400 pesos (20 euros) puedes pasar una noche cerca del Mercado de San Juan y del metro Balderas, al lado de la Ciudadela. De ahí se toma la línea verde del metro y a destiempo llegas a Copilco, cerca de la UNAM; donde se celebra el Coloquio “Redes y revistas del siglo XX”. La torre 2 de Humanidades da a las Islas, al Estadio olímpico y al gris del aire cálido. Cerca del busto de José Martí entra música de agrupaciones de danza. Bailan mientras se despliega una feria contra el cáncer. Hay estudiantes que duermen en la sombra, de lado, sobre libros que ocultan con su rostro.
Con Alejandro Higashi y Eva Castañeda
            Media hora tarde consigo llegar a la fuente de los coyotes, en el Jardín centenario de Coyoacán. Cerca, en la calle Tres cruces, se encuentra la casa de Luis Cernuda en México, aunque no hay placas que lo recuerden. Vuelvo a ver a quien me acogió hace ocho años. Mantiene el mismo ánimo. Comemos chiles en nogada y pollo encacahuatado (receta de su abuelita). Su curiosidad le lleva a anotar y a compartir todos los actos que se van a celebrar por la zona. Me sorprende que no sepa el nombre de algunos lugares, pero quedan cerca. Por ejemplo, el fin de semana se homenaje allí a Michoacán, estado del que es oriundo Homero Aridjis, ahora en Alicante con Aníbal Salazar y su Antología de Cátedra. De ella hablaremos en la colonia Hipódromo-Condesa con Alejandro Higashi y Eva Castañeda, del Seminario de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea, para conmemorar los diez años de este incansable grupo de trabajo y los veinte del Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti que dirige Eva Valero. Alberto Rodríguez, director del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, nos permite participar en el Ciclo “Cinco semas de poesía” con esta idea que tuvo Carmen Alemany. Gracias a ella, directora de la revista que fundó José Carlos Rovira en 1999, el Departamento de Filología Española de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante dirige la mirada a la poesía, a México y al siglo XXI. Es importante dar el nombre de todas las personas que han hecho esto posible, especialmente a Alejandro Higashi, que dedicó todo su tiempo y toda su experiencia para reunir once artículos sobre los lenguajes, las crisis, las editoriales, las lenguas originarias, las experimentaciones y los logros de la poesía mexicana en este número que ya está impreso y abierto de manera gratuita en la web. Alexandra García, de la Secretaría técnica, le pone el cariño y las ganas en todo este proceso. Eva Castañeda, coordinadora del Seminario que fundó Israel Ramírez en la UNAM, se vuelca para consolidar el trabajo de estos años y afianzar proyectos que están por venir. Estamos de celebración y vienen de Guerrero para ofrecernos un mezcal, Bullanguero. En este mismo espacio de Villaurrutia, veinticuatro horas después se reúnen Iván Farias, Dán Lee, Jorge Aguilera e Iván Cruz con Daniel Téllez, autor de Arena mestiza (Malpaís ediciones, 2018): el primer poemario sobre lucha libre. Continúa el ciclo con amigos en torno a un libro del que pienso hablar por la capacidad para transmitir la emoción y el respeto a quien quiere acercarse a tales ángulos. El Archivo Max Rojas y el libro-disco objeto del Mercado de los Corotos de Augusto Bracho toman la palabra de América en la espera de la segunda serie del Archivo Negro o de Nada aquí, de Emmanuel Peña.

De izquierda a derecha: Iván Farias, Dán Lee, Daniel Téllez, Jorge Aguilera e Iván Cruz

Chimalistac
            La negación implica cambio, de lugar o de término. No sé por qué me viene eso a la cabeza mientras aún no sale el sol y me meto en el metro, cual hormiga que se rasca la panza. Arriba, al norte de la ciudad, llego al Politécnico, donde trabaja una amiga que conocí en 2011. Me pone al día con panuchos, comida yucateca. Sigue dedicándose a las tortugas y quiere vivir en Mérida. Allí ya se encuentra un casero ligado a Ibargüengoitia. Devora las pipas con sal. No las encuentra en otro sitio. Otra amiga ya es doctora y va a seguir con José Emilio Pacheco. Son piezas necesarias para ver cómo avanza la ciudad con más luz y ciclopistas.
Coyoacán
            Hace años conocí a Abraham (no estoy seguro de que ese sea su nombre, pero se lo pongo), un policía que trabaja en la iglesia de Chimalistac, en el recodo verde de Av. Universidad con Miguel Ángel de Quevedo. Ahora entro por unas piedras redondas clavadas en el suelo distintas a las de aquella vez y me cuesta bastante dar con aquella plaza que inspiró a Gamboa en Santa. Hace más de cien años. Quería preguntarle a mi amigo por La noche de Tlatelolco, libro que se llevó firmado con un abrazo de su vecina. No estaba aquel día. Tenía edad de jubilarse, pero algo me dice que sigue ahí.
Museo Dolores Olmedo
            No había conseguido llegar al Museo Dolores Olmedo hasta ahora. Desde Tasqueña se agarra el Tren ligero, y en La Noria, cruzando una gasolinera también vacía, está otra enorme puerta de madera por la que se cuela el sonido (no de un burro del Politécnico) de uno de los tantos pavos reales que se acercan al Jardín de Xoloitzcuintles, canes que me recuerdan a Leticia Luna, tan atenta en su reciente Lengüerío. Es un lugar imperdible, puedes pasar horas paseando por los cuidados jardines, saltando de verde en verdad. La entrada para gente que no es de México cuesta 100 pesos (cinco euros); para nacionales, la mitad; para tercera edad, un cuarto (25 pesos); los martes es gratis. Me quedo con la sala de Frida Kahlo, con el famoso cuadro de Las dos Fridas que en repetidas y distantes veces recrean un diálogo contemporáneo con formas y colores que beben de sombras o frijoles. Parte de Diego Rivera se encuentra de visita en Rusia; sin embargo, los alebrijes y el árbol de la vida iluminan salas con vida propia. Al entrar a la de arte prehispánico, varias guías se reúnen con cierta distancia frente a un muro. El policía trae un par de trapos y algo de miedo. “Cuidado con el aguijón”, se pide. “Con su permiso”, susurra. Y oigo a alguien decir extrañamente “yo estaba antes que ustedes”. Me doy la vuelta con picor en la nuca, pero no choco con una vasija en cuyo fondo está pintado el alacrán.
            Escenas como estas podrían formar parte de las clases que estos días echo en falta. Ya en Puebla cantamos las mañanitas con un saxofón, mezclan Coca cola con agua mineral. El alcohol deja sin nombre, por momentos, a esta tierra seca pero fértil. Me acuerdo de Raúl Renán y de su sonrisa entre estudiantes que entonces íbamos a la BUAP por la picazón de otras formas para la lírica. Está abierta la convocatoria para el Coloquio “Memoria de Raúl Renán (1928-2017)” en la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. 


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