A la orilla de la chimenea
Joaquín Sabina
Alejandro Palma y Víctor Toledo, padres del Congreso |
Esta semana se
celebró el XV Congreso Internacional de Poesía y Poética en la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
El Seminario de Investigación en Poesía Mexicana Contemporánea me permitió
conocer una forma de trabajar, así como reconocer una ciudad muy viva
culturalmente, custodiada por grandes maestros y por el Popocatépetl.
El Hotelito es una buena opción para alojarse en Puebla |
El trolebús me lleva a Taxqueña por 2
pesos. Allí agarro un autobús de la compañía Ado por 200 pesos (192 del billete
más 8 de seguro de viaje que no incluye el retraso). Las dos horas previstas de
trayecto se convierten en tres. Llegamos a la central de CAPU después de ver
dos películas, ambas sobre secuestros de transportes. Tomo un taxi seguro por
68 pesos (unos cuatro euros) hasta el centro histórico. El taxista es un feliz
infeliz: “nada de lo que haga mejorará a México”, me dice. Pese a ello, es un
buen tipo. Me deja en El Hotelito y me recomienda el restaurante “María, la
bonita” (o algo así). El Hotelito está mucho mejor incluso de lo que
presagiaban los comentarios de Tripadvisor. Ceno en Zócalos, junto a la catedral. Hay un
paquete (menú) que incluye consomé de pollo, chile en nogada y bebida por 200
pesos (poco más de diez euros). El martes, así reza el cartel de la entrada, la
cerveza está a diez pesos (cincuenta céntimos).
Recital poético (de izquierda a derecha: Javier Taboada, Armando Alonso, Gabriela Tuerner y Rogelio Rosado) |
La Facultad de Filosofía y Letras se
encuentra en la Av. Juan de Palafox y Mendoza, 227, a una cuadra del Zócalo.
Cumple cincuenta años. El Congreso de Poesía y Poética ya va por la decimoquinta
edición. Escucho a los poetas y estudiosos mexicanos que imaginaba desde
España. Hablo de ellos delante de ellos, sin presión. Su generosidad y humildad
me hacen no sentir un gachupín desubicado. Escuchar a Vicente Quirarte en el
auditorio Elena Garro y ver el Popo confirman mi vocación: quiero aprender y
enseñar.
Las calles de Puebla son rectas pero ambiguas |
El Hotel Gilfer y el restaurante La
mexicana cohesionan esas ideas y relaciones que se gestan entre versos y
preguntas. Las respuestas no deberían de existir. De hecho no existen. ¿Qué
haríamos con ellas? Eso me pregunto a las seis de la mañana, cuando las
campanas del Zócalo homenajean a la llorona. ¿Por qué? ¿Por qué no?
Cemita especial de Los Ángeles |
No tardará en llover. La cemita
especial de pastor, queso y piña que cené en Los Ángeles me recuerda que estoy
en Puebla: una ciudad más plana que el DF, con farolas que aciertan a iluminar
adoquines centenarios. Las papeleras evitan pasear con una cáscara de plátano
durante cuadras y cuadras. Las librerías Etcétera y Profética se llenan para
escuchar poesía y beber mezcal: mezcla oportuna después de unos días de debates
sobre el Archivo negro de la poesía mexicana, José Emilio Pacheco, Lezama Lima…
Popocatépetl al fondo |
Mi paisano me presenta a sus amigos,
y yo a los míos. La lluvia nos moja. Felizmente. “Donde sea” es un bar donde
suena Sabina. Solo sirven bebidas, pero cuentan con un listado telefónico para
pedir comida a domicilio/ bar.
Ofrendas al día de muertos |
El sábado fue el día más importante
de mi estancia aquí. Expuse la tesis ante una docena de especialistas en la
materia. Nunca olvidaré ni podré agradecer los comentarios y la ayuda que me
hicieron y me hacen. Es un gusto conocer México y a los mexicanos, la poesía y
a los poetas.
Chalupas |
Regresamos al DF escuchando a Rafael Catana y a
Chava Flores, entre otros. El placer son cinco letras juntas.
Hoy, domingo, voy a la lavandería
del Walmart. Me gustaría ir a La tinto, frente al condominio el Altillo. Pero
uno no sabe cuándo estará lista su ropa. Prefiero pues el autoservicio, pese al
imperio estadounidense. Acaban de abrir un centro comercial en Miguel Ángel de
Quevedo. Es una lástima que se pierdan las tienditas, pero estas deben de ser
fieles a la cercanía y a la responsabilidad que solo ellas pueden ofrecer.
La UNAM está en sus libros |
Felizmente, el huracán Patricia no
causó el desastre que se preveía. No llegó al centro de la República. En el
momento en que arribaba a las costas jaliscienses, medio centenar de personas
disfrutaban de la poesía en Puebla. A veces las palabras son la solución.
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