lunes, 7 de enero de 2019

De aquel lado


Vista desde la pirámide de Cholula

El maíz no solo es un grano, un alimento y un cultivo.
Es una forma de ser y de tener identidad.
El maíz nativo no sobrevivirá si no sobreviven los pueblos que la cuidan.
Restaurante Milli.
Cocina de maíces



El año arrancó en Cholula, donde se encuentra la pirámide más grande del mundo en su base. Ahí se libró la batalla de Cortés con los tlaxcaltecas, luego se construyó encima la iglesia de la Virgen de los Remedios. Frente a los volcanes Iztaccíhuatl (la mujer dormida) y el Popocatépetl (don Goyo), la ciudad de las 365 iglesias (una por año: casi tantas como universidades, 240) tiene algunos lugares que no podemos dejar de visitar.



            Aunque ya hay un tren que te deja en la zona arqueológica, lo mejor es ir en camión. Puedes tomarlo junto al Mercado de sabores y no cuesta más de 8 pesos (unos cuarenta céntimos). En poco más de media hora intuirás la pirámide, “de aquel lado”, y ya solo te queda seguir la vía del tren unas seis cuadras. Me parece un error abrir una línea de ferrocarril (tan necesaria ya) turístico (así se llama). El precio se multiplica por diez respecto al del autobús: hay que pagar 60 pesos (medio euro) y 12 o no sé cuántos para una tarjeta. Pasa uno temprano, a primera hora, y no regresa hasta la tarde. En fin, que ya podrían darle un mejor uso a esa postiza estación que hay junto al acceso a la pirámide. La entrada a este recinto cuesta también unos 70 pesos (y es gratis para profes, personas de la tercera edad, etc.). La cola se hacía larga y el sol pegaba fuerte, así que agradecí una bolsa de chapulines que vendían en los aledaños. Era lo poco que allí se ofrecía, pues parece que con la rehabilitación de la zona tras el temblor han prohibido de manera estricta la venta ambulante.
Sin darte cuenta ya estás dentro. De repente atraviesas un túnel que serpentea toda la pirámide. Apenas cabe un cuerpo y hay que agacharse en algunos tramos. Se encuentra restaurado e iluminado, pero se forman buenas aglomeraciones. Es la tercera vez que visito la zona y la primera que se da la visita interna. Entre aquellas rocas se siente un peso inmaterial y placentero, como si vibrara todo y gozaras de un punto fijo. Fue un estímulo muy similar al que viví hace tres años con mis padres en la Villa Guadalupana. Por momentos los chapulines del bolsillo nos asegurarían la supervivencia en caso de catástrofe.
                        Después de aplaudir frente a las escaleras y de admirar la acústica de semejante arquitectura, tras circundar el altar de sacrificios humanos y las figuras de insectos, puedes subir a la base piramidal que se encuentra frente a la plaza de artesanías y ver, desde ahí, a los voladores de Papantla, una ceremonia de Mesoamérica donde cuatro danzantes giran en torno a un largo poste, de unos cuarenta metros, sobre el que otro marca el ritmo musical. Al salir hay varios restaurantes, pero conviene caminar hacia el centro. En las calles paralelas hay un rincón de mariscos, con gente muy buena onda de Venezuela; pero lo mejor está en la siguiente cuadra: Milli. Cocina de maíces.





Se trata de un local muy acogedor donde preparan auténtica comida poblana a base de maíz. Este producto es su filosofía de vida, tal como gentilmente lo cuenta Oswaldo. La comunidad náhuatl San Mateo Ozolco lo trabaja para las tortillas azules, agua de maíz, tostadas que puedes comprar y demás recetas de temporada. La sopa de ese día era de tortilla, también azul, con queso, aguacate, lima y tomate. El mole fue Huash, llamado de huajes o cívico con carne de puerco. Además de pulque, tienen tecuin (una especie de ponche riquísima), té de monte o Yelotzontly. Las mesas de madera, la música y la brisa quedaban atrapadas por enormes carteles a los lados de imágenes naturales, de nuestras raíces, con mensajes en náhuatl. Espero volver pronto y disfrutar de todo lo que ofrecen. Es de visita obligada. También lo es La Casona, en el mismo centro de Cholula, donde los más peques pueden disfrutar de un jardincito con columpios junto a las mesas al aire libre.
Museo Internacional del Barroco
Cuando el tocayo de quienes tan bien te están tratando en Puebla se acerca a Cholula con su familia y se arma una visita al Museo Internacional del Barroco, solo puedes disfrutar y quedar boquiabierto. Con credencial la entrada es de 40 en lugar de 80 pesos y los miércoles es gratis. En la exposición temporal de Cristóbal de Villalpando es posible admirar los cuadros de sus discípulos, imitando un estilo particular por la encendida luz en las pinturas religiosas. La Inmaculada Concepción o sor Juana Inés de la Cruz forman parte también de un edificio construido por el arquitecto japonés Toyoo Itō. Su diseño curvo recuerda al del Guggenheim de Bilbao. En la planta de arriba, frente a los volcanes, se encuentra el Restaurante Barroco. Su comida, su espacio y su trato son inmejorables: Calabazas y chilacayotas del huerto; matiz de chalupas poblanas; o Trucha zarandeada. Pueden encontrar imágenes de tan suculentos platillos en @_gastrosofia_.

Chalupas poblanas en el restaurante Barroco
Casa del Pueblo, BUAP
Mientras van llegando estudiantes de otros países y se cierra la matrícula, las clases ya se van armando en torno a la literatura. En la BUAP, como dice una alumna, se mueve sobre todo la poesía. Y cómo se siente estar de nuevo en esta universidad y reunirse con aquellas personas que hace años te motivaron tanto y de los que aún sigues aprendiendo. La Casa del Pueblo es el edificio azul que hay a un par de cuadras del Zócalo. Al cruzar esta plaza la Av. Reforma pasa a llamarse Av. Don Juan Palafox y Mendoza. Aquí se encuentra la unidad de Posgrado que coordina Alejandro Lámbarry. Es un buen lugar para compartir la rosca de Reyes. Parece que a quien le toca el muñequito tiene que invitar a merendar al resto en febrero.


Profética. Casa de la Lectura
Gracias también a este buen trato puedes llegar a Profética. Casa de la Lectura, donde el libro de la semana es La Castellane errante de Pablo Piceno, el reciente Premio de Poesía Joven Elías Nandino. Además de librería con todos los títulos que llevas tiempo queriendo conseguir, hay una cafetería en un fresco patio con hora feliz para tener dos por uno en cerveza hasta las 19 h. De aquel lado, la biblioteca pública y gratuita abre de 9 a 9. La edición bilingüe en francés de Zarabanda con perros amarillos de Vicente Quirarte, Pompeya de María Auxiliadora Álvarez, una buena muestra sobre el 68 o el trabajo de Xhevdet Bajraj están disponibles, pero no ocurre así de momento con el Archivo Negro de la Poesía Mexicana.
De Quirarte, objeto de mi tesis, hay un libro que también se encuentra en la Biblioteca Ernesto de la Torre Villar, en el edificio verde, también en el centro: Poética del héroe. Conseguirlo solo es posible por préstamo interbibliotecario. Intentarlo merece la pena solo por ver el Edificio Carolino, donde se ubica la Rectoría de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.


Escalera del Edificio Carolino
El diablo me obligó (2018) es una novela de F. G. Haghenbeck que acaba de adaptarse a la serie de Netflix Diablero. Ahí va el tráiler para que no se vayan de aquel lado.

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