martes, 16 de agosto de 2011

13/08/2011 LOCURA EN MÉXICO DF

Siento la tardanza en retomar el blog, pero este país es de locos. Llevo diez días en la capital de México y por primera vez tengo tiempo para escribir algo.

Al llegar al Aeropuerto Internacional Bénito Juárez de México DF el día 4 de agosto a las 06:00 horas mexicana, después de haber salido de Madrid a las 06:40 del día 3 (más de 30 horas de viaje si contamos con las 7 horas de menos que hay en México), nos esperaba un amigo que conocimos por vía internet antes de salir de España. Este se portó de maravilla. Nos trasladó del aeropuerto al hotel en su coche. La distancia entre ambos puntos no superaría los 10 km., sin embargo, el denso tráfico que nos daba la bienvenida hizo que tardáramos casi una hora. Es horroroso circular en coche por las calles de Distrito Federal. Es tal la cantidad de autos, taxis, camiones (que es a lo que en España llaman autobús), peseros (que son una especie de furgón que hace algunas veces de taxi) y un sinfín de vehículos que los chilangos (dícese de todo aquel que vive o está en México DF) utilizan para desplazarse, que tardas horas en llegar a tu destino. Eso siempre que no sea hora punta (07:00 y 17:00), pues sencillamente no llegas.
Mientras veía amanecer en aquellas primeras horas en México, pude ya sentir el aroma cercano, intercultural y alegre de cada uno de los recovecos de la ciudad. Desde el primer momento me cercioré de la división social de su población; por un lado estaban los edificios más señoriales: la clase alta; y por otro las calles mal asfaltadas, el paupérrimo alumbrado y el deficiente sistema de alcantarillado: la clase más baja. Es decir, la clase media no existía en este país; y si alguien de tal condición llegaba, enseguida adoptaba una de ambas escalas, normalmente la segunda.
El vuelo de Los Ángeles a México fue el peor. Una tormenta eléctrica nos acompañó todo el tiempo. Las luces del avión estaban apagadas, pues era de madrugada y los pasajeros hacían lo posible por descansar; sin embargo, cada pocos segundos un flash endiablado iluminaba el pasillo central de la aeronave. Además, los constantes truenos hacían tambalearlo todo. Por mi parte, hubo algunos momentos de nerviosismo pues no estoy acostumbrado a viajar en avión y mucho menos en tales condiciones; no obstante, ver que el resto de tripulantes dormitaba como si nada me tranquilazaba.
Como estuvo lloviendo toda la noche (era época de lluvias por la zona), al atravesar las enormes cuadras (manzanas) vimos todo mojado. Me llamó la atención la cantidad de vendedores ambulantes de los semáforos; en cada uno de ellos, incluso en los que estaban en verde, los más desfavorecidos vendían tabaco, pañuelos de papel, plumas (bolígrafos), periódicos, manzanas… e incluso una mujer daba el pecho a su recién nacido mientras hacía malabares. La pobreza inundaba todas las esquinas: limpiabotas, mendigos, puestos de tacos (torta de maíz con carne), etc. Viendo todo aquello, cuando llegamos al Hotel Roosevelt (en Avenida Insurgentes una de las más largas e importantes) ya teníamos una idea de lo que nos esperaba en aquellos 4 meses y medio.
Afortunadamente solo estuvimos tres noches en aquel hotel, y no digo afortunadamente porque estuviéramos mal, sino que valía 600 pesos la noche (36 euros), y estando en México era un poco caro. Después de pasar tres días buscando un departamento (piso) que rentar (alquilar) como ven, México y España parece que no hablen el mismo idioma conseguí una recámara (habitación) en Avenida Universidad, en la colonia Copilco, a 15 minutos caminando de la UNAM. Como veníamos muchos españoles juntos, intentamos buscar algo para todos, pero después de ver que todo eran habitaciones individuales (fruto de la cercana fecha del inicio de las clases), decidimos separarnos en departamentos distintos, lo más cerca posible. Antes de entrar en el departamento hicimos noche en el Hostal Cenote Azul (170 pesos la noche algo más de diez euros) con otros españoles (de Pamplona), holandeses y mexicanos. Es un sitio muy agradable y acogedor, está al ladito de la UNAM y cuenta (entre semana) con servicio de bar.
A la mañana siguiente empezaban las clases, y felizmente ya tenía departamento. Me he apuntado a Francés por 2 pesos (12 céntimos). Voy de lunes a viernes de 11:30 a 13:00 en el CELE (Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras) con 29 alumnos más. Las clases son muy amenas y estoy aprendiendo la difícil pronunciación de este idioma. También me he inscrito a un curso gratuito del nivel básico de inglés; son dos horas al día (de 14:00 a 16:00) de lunes a viernes.

1 comentario:

  1. Veo que no tienes ningún problema para procesar los vocablos nuevos que escuchas y que sin duda llevarás contigo incluso después de regresar.
    Si le preguntas a algún habitante mexicano que no sea de DF te dirá; como se nota que eres chilango, parecen putitos al hablar, vaya acento, y la entonación, jajajaja....esto es lo que me dijeron a mí cuando se me ocurrió pensar(en voz alta, claro) que todos los mexicanos de México compartían mismo acento, misma entonación, mismas palabras, pues no, vaya por Dios!!!!
    Me gusta mucho lo del francés porque cuando llegues seguro que me rio un montón de lo que has parendido y de la pronunciación que pondrás cuando intentes hablar, aún me acuerdo de la exposición de Pragmática, jijijiji....

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