martes, 23 de agosto de 2011

23/08/2011 XOCHIMILCO

Sigue costándome mucho trabajo encontrar tiempo para escribir. Antes de llegar pensaba que iba a tener muchísimo tiempo libre, que iba a pasar tardes aburrido sin saber qué hacer… pero, ni hablar, en este país, y con la gente tan viva que hemos conocido, es imposible.

Hoy es martes, y debo remontarme al miércoles pasado para recordar uno de los momentos que más esperaba: presenciar un partido de los PUMAS (vigente campeón de la primera división de la liga mexicana) en el estadio del Mundial de México 68. Una compañera de clase de francés tenía una entrada de sobra, y me invitó a acompañarla. El encuentro enfrentaba a los universitarios contra Dulles, de Estados Unidos, pues se trataba de un torneo internacional (algo parecido a la conocida Champions League europea). El resultado fue de 0-1 a favor de los visitantes, pero lo pasé en grande. Pese a no haber demasiado público, pues estaba lloviendo (como suele ser normal acá), los espectadores no paraban de cantar la mítica goya (canto de ánimo de los aficionados mexicanos a los PUMAS UNAM): “gooooya, goooooya, cachún cachún r ara, cachún cachún ra ra, gooooooya, UNIVERSIDAD!!!!”.

El jueves íbamos a hacer un tour por las cantinas de cerveza del centro histórico. Valía 200 pesos (12 euros), pero no incluía comida ni bebida, solo la visita a los salones de las principales marcas cerveceras de la nación. Decidimos no ir; sin embargo, una amiga sí que lo hizo y más tarde nos felicitó por tal elección, pues parece ser que no fue gran cosa.

Al día siguiente, después de terminar las clases de Francés e Inglés con las que tanto estoy aprendiendo, salimos de fiesta por Condesa, una de las zonas más residenciales de Distrito Federal. Distintos bares ocupaban cada una de las aceras de la calzada, música electrónica, mexicana e incluso española sonaba hasta las 5 de la mañana; algo que me sorprendió, pues hasta entonces las noches no sobrepasaban las 2. La mayoría de los antros (como aquí llaman a los pubs o garitos) pedían una entrada de 150 pesos (9 euros) pero había algunos gratis. Aunque estos últimos eran los que más llenos de gente estaban, decidimos (como estudiantes que somos) entrar en uno llamado Pata Negra. Ya dentro, las chelas (cervezas de 33 cl.) costaban 40 pesos (2,40 euros) y los cubatas de tequila, por ejemplo, 75 pesos (4,5 euros). Como veis, salir de fiesta y tomar en los antros es algo caro, pues estos precios son típicos de Europa.

Después de pasarlo bastante bien, aunque las fiestas privadas, en mi opinión, son mucho más divertidas, sin tanta aglomeración de gente y mucho más acogedoras, descansamos hasta la hora de comer. Era sábado y habíamos decidido ir a Xochimilco, un río muy cerca del DF en el que multitud de mexicanos y extranjeros se acercan a pasear en barca por él. Agarramos un tren ligero desde Tasqueña a Xochimilco por 3,5 pesos (21 céntimos) y en 20 minutos estábamos platicando con el que remaba las barcazas para regatear los 400 pesos que nos pedía por 2 horas de paseo. Finalmente el precio no se movió, éramos 12 y no nos salió muy caro. Las barcas son de 15 personas y tienen techumbre, por lo que no nos mojamos cuando a mitad del trayecto empezó a llover fuertemente. El paisaje que rodea las riberas es muy frondoso, lleno de distintos tipos de árboles y plantas, con una combinación de verdes espectacular, más aún cuando atardece y la lluvia cae sobre sus hojas. Al ser la primera vez que íbamos a Xochimilco, no traíamos bebida ni comida; algo de lo que nos arrepentimos al ver a otras barcas con familias que disfrutaban gustosamente de picnics y meriendas. No obstante, hay numerosas barcas con una improvisada cocina que preparan quesadillas, tacos, tortitas y nachos; además, la chela es barata, y por 20 pesos puedes refrescarte del bochorno que se respira. Me llamó la atención la “mixelada” una especie de cerveza negra con chile en el borde del vaso. Al principio resulta algo picante, pero enseguida te acostumbras.



El sábado por la noche un compañero de clase de un compatriota nos invitó a una fiesta privada en San Ángel, a 20 minutos de la UNAM. Llegamos después de cenar, pues teníamos que descansar de la visita a Xochimilco. No había demasiada gente, pero lo pasamos en grande. La casa era cómoda y espaciosa, y el ambiente era muy divertido.

El último día de la semana lo pasamos durmiendo hasta las 18:00 horas, pues teníamos unas cortesías (invitaciones) para asistir a la Orquesta Filarmónica de la UNAM en la Sala Nezahualcóyotl, una de las más prestigiosas y con mejor sonoridad del mundo. El espectáculo fue memorable, no quedaba un sitio libre, y no se hizo nada pesado, pese al completo fin de semana que acabábamos de pasar. La orquesta era muy profesional, todos tocaban incomprensiblemente a la vez, y hasta hubo lugar para marchas modernas como las bandas sonoras de Harry Potter, El señor de los anillos y Star Wars. Duró una hora y media y contaba con un intermedio. En aquellas butacas aterciopeladas eché de menos a los vendedores ambulantes que abarrotan cada recoveco del DF.

La semana empezó como siempre, con un lunes difícil por cambiar el chip del fin de semana. Las clases de la UNAM son muy enriquecedoras. Los profesores no se preocupan solo de enseñar sus materias, sino que buscan que aprendamos a valorar las cosas, a luchar por el conocimiento y a convivir con las ricas culturas que nos rodean. Parece que ya me voy acostumbrando al vertiginoso ritmo de los pasillos, los transportes públicos, etc.; es más, creo que esto debe ser adictivo, pues ya no me imagino en mi tranquilo pueblo.

Me cuesta escuchar el partido de las 12 (ese programa nocturno de deportes que hacen la cadena COPE), pues los truenos resuenan por todo el departamento. Casi todas las tardes (a eso de las 7 y 30, 8) comienza a llover de forma torrencial, parece que se vaya a acabar el mundo. Me alegro de tener horario matutino en mi facultad.

Mañana miércoles debuto con el Atlético Colmillos, el equipo con el que jugaré el campeonato interfacultario de la UNAM. Llevamos una playera muy bien trabajada y los de mi equipo ya cuentan conmigo en el 11 titular por ser español (deben imaginar que soy el nuevo Iniesta).

2 comentarios:

  1. jajajaja....señor Iniesta, no se le olvide que en México es obligatorio llevar una nevera bien fría con chelas siempre dentro, por lo que pueda pasar, ya sea en un barco, un coche o simplemente en una escapadita a la montaña, es fundamental.
    Seguro que se van a quedar flipados de tu manejo del balón, los de mi ciudad no eran muy buenos, espero que no sea una cosa común entre los mexicanos.
    Veo que como esperaba el DF es bastante más caro que el resto de estados de México, pero por contrapartida tienes mucha más diversidad.
    Espero queno tardes mucho en escribir el próximo capítulo de este blog al que me has hecho engancharme y que me da mucha morriña.
    Un besito muy fuerte....cómo oyes la COPE?jijijijij....es bromaaaaa

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  2. jajajaja que bueno can!! Aún no sabía cómo leer los comentarios del blog (aún me cuesta manejarlo), la verdad es que la nevera de la que hablas te puede solucionar más de algún pedo (como acá llaman a los problemas). Los mexicanos en el fútbol (que no se enoje ninguno) son... dígamos que no rebosan de técnica, pero eso sí le ponen unas ganas en cada balón que ya quisiera cualquier europeo. Oigo la COPE porque los de carrusel deportivo de la CADENA SER se marcharon hace un año... y yo ya estaba enganchado a ellos jejejeje. Ya tengo mis entradas para ver a Sabina y a Fernando Delgadillo (un mexicano que desconocía, pero que suena bastante bien). Vente para acá y recuerdas viejos tiempos!!!!

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