The past is a
foreign country.
L. P. Hartley
Los contrastes,
el caos, la fuerza, el vértigo y la grandeza de México te hacen sentir los dos
extremos de la existencia: la rutina (bendita rutina, cuando las cosas
funcionan) y la ruina (la tristeza y la injusticia que se aprecia a cada lado y
en cada momento). Empiezan a ser rutina, por desgracia(s) (+43), las marchas y
concentraciones por Ayotzinapa: hoy se cumple un año.
El sábado pasado volví al tianguis
de Santo Domingo, en Eje 10 Sur de Copilco. Recordé en cada puesto a mi carnal
pamplonica. Con él nos ofrecían queso, tortillas azules, frutas, verduras,
carnes, pescados, ropa e incluso, dicen, paella. Esta vez encontré los toldos
más bajos y el mercado más largo. Por unos 200 pesos (12 euros) puedes comprar
para toda la semana. Mucho mejor que en las cadenas de supermercados
estadounidenses. Por la tarde, cuando agarré fuerzas con una buena cecina de la
Carnicería la Universal, en Av. Universidad, fui al Monumento a la Revolución.
Allí quedé con la primera mexicana que conocí. Hacía cuatro años que no nos
vimos y, creo, nos reconocimos enseguida. Su sonrisa nos guió hasta la
Biblioteca Vasconcelos.
Biblioteca Vasconcelos |
Cuando mi compañera de piso me
preguntó por las bibliotecas de México, le hablé de tres: la Central, la
Nacional y la Vasconcelos. Esta última, la más moderna, parece sacada de Harry
Potter: tiene como cuatro pisos con estantes que cuelgan al vacío, aunque
siempre hay gente que los lee, con vistas a un jardín tras el que sobresale la
torre Latinoamericana. En medio, el esqueleto de una ballena conecta ideas y pensamientos.
Monumento a la Revolución reflejado en Reforma |
A las 19:00 fuimos al Teatro Julio
Jiménez Rueda. Cartas de amor Stalin, de los españoles Juan Mayorga y Guillermo Heras. A
la salida la inquietud que contagiaban los actores nos hizo tomar unos alambres
en una fonda argentina donde el América goleaba. Este es el último fin de
semana que se representa la obra.
Al día siguiente, Coyoacán reunía a
familias y amigos en una antigua caballeriza del jardín centenario. El patio
interior, con las plantas, la fuente y la música, es el mejor espacio para
tomar una Negra modelo con buenos amigos, respirar y tomar carrerilla para el
inicio de semana. Al día siguiente había quedado con el poeta que llevo
estudiando estos años.
Quedamos para desayunar en San
Ángel, cerca de Miguel Ángel de Quevedo. Sorteando los imprevistos que siempre
están presentes, estreché la mano que escribe los poemas que me han traído a
América. Su simpatía demuestra que es mexicano; sus ojos, que es poeta.
Constantemente anotó libros y materiales que necesitaría, además de los que ya
me vienen ocupando cada día de investigación.
Entiendo la rutina como el camino
que sigues aun ignorando dónde va a dar. Esa vía se forma sobre otros vestigios
del pasado, de 2011 y de antes de la llegada de los españoles. Así es el día a
día en el defectuoso: una incógnita que se despeja varias veces y con distintos
resultados.
Del martes me quedo con la charla
sobre poesía y prosa que dio David Huerta en la Facultad de Filosofía y Letras,
y con el «que te vaya bien» que me dijo un vendedor de agua.
Las hormigas están muy presentes en México (foto de la publicidad del metro) |
Del miércoles, con el gozo de Las
Hormigas, la casa del (seguramente) mejor poeta de México: Ramón López Velarde.
Los miércoles suelen organizarse aquí presentaciones de libros, charlas,
recitales… Todo regado con buenas cervezas y mejor compañía. Esta vez, el día
23, presentaron el libro Narciso, el
masoquista (Cuadrivio, 2015) de «ficciones súbitas», así lo define el
autor, Armando Alanís. En una primera hojeada, me llamó la atención el Palíndromo shakesperiano: «Ser res o no
ser res» (que encaja con las elecciones catalanas de mañana).
Al salir hay una mezcalería con
promociones diarias. Nosotros probamos los chupetones de mango. Son granizados
de mezcal, jugo de la fruta que más me gusta y chile en botes de mermelada. La
música también es buena. Sigo opinando que el oído es el sentido que más actividad
tiene entre veintintantos millones de voces.
El jueves bajé de la biblioteca en
ascensor. Después de horas leyendo a Quirarte, maldecía la cantidad de libros
que ha escrito mientras pensaba en todas las actividades interesantes que hay
en DF. Se abrió la puerta y ahí estaba. Tan amable como el lunes, me habló del
material que me prestará. ¿Por qué hacer la tesis de un poeta vivo? Quizá
porque esto permite compartir contexto, realidades y materiales en gestación
que de otra forma solo existiría un acceso parcial, indirecto y final.
Al día siguiente su ayudante, el
maestro Arenas, me proveyó de buen material para abordar la novela corta. Más
tarde una doctoranda en poesía mexicana y yo asistimos al «2º Encuentro
Internacional de Poesía Contemporánea» que organizó la Universidad
Iberoamericana en el Centro Cultural Elena Garro. Ocho poetas (Olvido García
Valdés, Miguel Casado, Josu Landa, Rodolfo Mata, Tania Favela, Jessica Díaz,
Rosa Durán e Iván Méndez González) pusieron el broche a una jornada de palabras
y miradas. El vino de honor con antojitos y unos versos libres nos recordaron,
finalmente, que a veces el destino está en Paz.
(De izquierda a derecha) Rodolfo Mata, Tania Favela, Jessica Díaz, Josu Landa, Miguel Casado, Olvidó García Valdés, Rosa Durán e Iván Méndez González |
Al acabar la semana se multiplican
las acciones de protesta por el caso sin resolver de Ayotzinapa (documentales,
debates, charlas, carteles, pancartas, gritos, pintadas). Entre los cientos (y
no exageramos) de actos al respecto que se organizan estos días en la
república, destacamos el del viernes 25 en el instituto de Investigaciones
Bibliográficas («Derechos Humanos y Derecho a la Educación:
violencia, equidad y justicia»). Al llegar a esta mesa redonda sonaba la canción «Desapariciones» de Rubén Blades que encoje el alma y la calma.
Las ruinas de
esta rutina se podrán ver desde el sábado en la exposición del Museo de Memoria
y Tolerancia: «¿Por qué no se olvida el 2 de octubre?» o en la Jornada «De Tlatelolco a Ayotzinapa: 47 años de impunidad» del martes 29 de septiembre de 13 a 16 h. en el Auditorio Jus
Semper Loquitur de la Facultad de Derecho de la UNAM.
Los padres de los normalistas dieron un mitin junto a la Biblioteca central. Todas
las facultades y agrupaciones se están movilizando por la vida. Hoy sábado,
cuando acaba de morir Hugo Gutiérrez Vega, se cumple un año de la tragedia. Una
marcha desde Los Pinos al Zócalo pide por la justicia social. Ojalá no haya más
paréntesis que nos oculten, callen o separen.
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